En su discurso tras la victoria en el festival de Eurovisión, la representante de Israel, Netta Barzilai, que conquistó Europa con su tema “Toy”, dijo: “nos vemos el año que viene en Jerusalén”, pero parece que esto no es del todo seguro. De hecho, la elección de la capital del país de Oriente Medio y que fue reconocida como tal por la administración americana el pasado noviembre, está dando un verdadero quebradero de cabeza a la UER. La asociación de las cadenas publicas europeas y productora del evento musical, que no quiere un festival politizado y que éste pueda perjudicar el ambiente festivo que conlleva el certamen.
Las amenazas del gobierno israelí
Tal y como informa el periódico israelí, Haaretz, la ministra de Cultura y Deporte, Miri Regev, declaró que corresponde al país la elección de la ciudad que albergará el certamen eurovisivo el año que viene. Además, añade la citada ministra ,que ha hablado con los directivos de la cadena pública israelí, KAN, haciéndoles saber que no organizarían el certamen en el caso de que la UER vetara la elección de la capital del país como ciudad anfitriona y que los 50 millones de shekels (12 millones de Euros) destinados para la preparación del festival serán utilizados para otros proyectos. La ministra, concluye la entrevista afirmando que ella se siente muy orgullosa de que Jerusalén sea la capital de su país.
La UER encontrará los directivos israelíes a finales de mes
La semana pasada la cadena pública del país de Oriente Medio tuvo una primera reunión con la UER para discutir sobre la viabilidad de organizar el festival en Israel. Las dos partes se encontrarán nuevamente a finales de este mes en la sede de la Unión de los entes públicos europeos, situada en la ciudad de Ginebra, Suiza .
Una elección que ha generado polémica
La posible designación de Jerusalén como ciudad anfitriona de la próxima edición del certamen, ha causado un cierto malestar entre los países participantes. En efecto, algunos partidos y políticos europeos de izquierdas han expresado su descontento y han hablado de boicot, como es el caso de Irlanda, Islandia, Reino Unido y Suecia; para suplir las posibles renuncias, Israel ha invitado a países de la zona como Túnez, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí para participar en la competición.
El domingo sería el día de la gran final
Otra de las polémicas que envuelve el próximo país anfitrión es el posible cambio de día de la gran final. Yakov Litzman, el líder del partido ultraortodoxo Yahadut Hatorah y viceministro de Salud, envió una carta a los miembros del gobierno para que el evento no incumpla las leyes religiosas, exigiendo que el día de la gran final sea el domingo, en lugar del sábado,que coincide con el Shabat, día sagrado de descanso para los prácticantes de la religión judía .