No sabemos por qué será, pero lo cierto es que la actual edición del Reality show más extremo de la Televisión española, Supervivientes 2018, está haciendo bueno el adjetivo de "extremo" y "límite" que los robinsones de otras ediciones han remarcado a su vuelta de como fue el programa para ellos.

Y si no que se lo digan a varios de los concursantes de la presente edición. Y es que el primero de ellos en ser atendido fue Francisco y lo hizo a las pocas horas de aterrizar en la isla. Este, sin poder conciliar el sueño, se iba a dar un paseo por la noche que terminaba con los médicos del programa atendiéndole de una herida en el pie que requería de su intervención.

Supervivientes vive su edición más accidentada

Tras él llegaría el caso de Sergio. Algo más complicado al tratarse de los siempre complejos ataques de ansiedad y que, en este caso, requirieron de la llegada del equipo de psicólogos desplazados a Honduras para rebajar la crisis que finalmente superaba.

Casi sin tiempo para volver al hotel estos tenían que intermediar para ver cuáles eran los daños que, supuestamente, Saray le había infringido a Romina durante la bochornosa escena en la que la primera habría estado tirando de los pelos por la arena a la sudamericana. Por suerte, falsa alarma.

Algo que les hubiera encantado hubiera resultado de igual manera cuando hace unos pocos días tenían que intervenir de urgencia para sacar de la isla a una Raquel Mosquera que mostraba claros síntomas de pérdida de salud que hicieron saltar todas las alarmas y que la han tenido vigilada por médicos en un hospital local una semana hasta que, por fin, anoche regresaba recuperada al concurso.

Eso sí, bajo la atenta vigilancia de unos médicos que no dan abasto.

Ya que anoche, cuando todavía estaban tratando a Mosquera tras su aterrizaje en el Cayo, tenía que intervenir rápidamente para evitar que otro concursante, en este caso el Maestro Joao, perdiera demasiada sangre tras agujerearse la pierna.

Los médicos de SV 2018, al límite

Una caída durante la celebración de uno de sus ritos suponía la entrada de un agente externo que le abría una herida considerable que obligaba a colocar cinco puntos de sutura internos y trece externos para parar una hemorragia que, de no haber sido atendida, podría haber ido a mayores.

Si algo está claro este año, y sobre todo en los últimos días, es que los médicos deben quedarse a vivir con los concursantes y no volver al hotel, por si acaso. La edición más accidentada de la historia así lo demuestra.