Dicen que las batallas cotidianas están perdidas cuando, por repetición, se empiezan a asumir como normales ciertos comportamientos que nadie en su sano juicio y en otro contexto sería capaz de aceptar de vivirlas en primera persona.
Pues bien, en ese caso, lo de Sálvame y las buenas formas que se intuye se le debería exigir a un programa que se emite en horario infantil protegido está más que perdido.
Así lo vienen corroborando las últimas tensiones surgidas entre los colaboradores del programa de corazón decano de la Televisión española y que no han dejado de ir a más desde que aterrizase en el programa el nuevo defensor del espectador, Carlos Lozano.
Y es que, si algo está claro, más allá de que nos pueda gustar más o menos la labor que este hace o cómo la hace, es que su figura de echar leña al fuego y contar las verdades del barquero de una parte de la audiencia a los tótem de Telecinco está dando muchísimo que hablar y dejando estampas de lo más violentas.
Por un lado no goza del cariño, el respeto y la admiración de ninguno de los tertulianos con los que comparte nómina, por otro, a la dirección le gusta que cada vez que este aparece se arme un circo y la audiencia se movilice en busca de saber qué es lo que este provocará hoy.
Para muestra el botón de la última emisión de este espacio en el que, una vez más, sus comentarios acerca de lo que piensa la audiencia de ellos, acabó como el rosario de la aurora.
En un momento dado, una de sus grandes enemigas, Mila Ximénez, no dudó en pararle los pies y menospreciarle a pecho descubierto. Esta le decía: "Eres un mentiroso, haces payasadas con tu vida, haces daño... estás muerto porque te hagan presentar un programa".
Un golpe bajo que provocaría que el aludido levantase aún más el tono si cabe y empezase a 'tocarle la carita' diciéndole de mala manera todo aquello que nadie se le atreve a decir a la Ximénez: "Le podía decir de todo hasta humillarla al máximo, pero no lo voy a hacer, porque ha quedado retratada.
Es una pedante".
Carlos Lozano contra todo Sálvame
Antes de marcharse ante la inquina de los comentarios agresivos del resto de la mesa, Lozano se marchó con una última falta de respeto que consideró a la altura de la que él estaba viviendo. Tras recordar que él está allí porque le han puesto "los de arriba", insinuando que no como otros, tildó de "cobardes" a sus compañeros. Una vez más, sería a su salida del plató, y no cuando él estaba presente, cuando más cera recibiría.