Decía Toño Sanchís en su alegato para intentar ser repescado que quería entrar a la casa era para aliarse con Alejandro Abad y cargarse uno a uno al resto de concursantes. Cerca de él, una entusiasmada Aída Nízar aplaudía con fervor. Con esa muestra de aprobación la actual repescada daba algunas pistas de la que sería su principal estrategia a la hora de volver a la casa. A diferencia de su primer paso por Guadalix, en el que clasificó a sus compañeros de concurso como miembros de un mismo grupo al que enfrentarse en conjunto aliada con Abad, ahora ha decidido introducirse en el barro y jugar.
Y lo está haciendo porque su objetivo es hacer caer una a una cada ficha del tablero.
Aída no es ingenua y ha hecho autocrítica porque quiere vencer una batalla que perdió con dolor, especialmente por haber sido expulsada ante Irma Soriano. Conoce sus virtudes, como su capacidad periodística a la hora de mostrar aspectos de los demás concursantes que interesan en el exterior o ser la voz de la audiencia en algunas ocasiones, dar vida a la casa innegablemente gracias a su capacidad de remar a favor de obra y seguir erigiéndose como la anticoncursante de esta edición, lejos de la cobardía demostrada por algunos a la hora de jugar o de posicionarse, más entregados al buenrollismo propio de un campamento de verano.
Pero esta vez no se ha lanzado a una piscina vacía como en su etapa anterior. Ha decidido jugar lentamente y se basa en el “divide y vencerás”, ayudada del profundo conocimiento del desarrollo del concurso gracias a sus semanas en el exterior. Aída entró a la casa pidiéndole perdón a Elettra Lamborghini y Daniela Blume y creando escepticismo en ellas por su cambio de actitud respecto a su primer paso por la casa.
Pero la información con la que contaba y que ha sabido utilizar beneficiada por la permisividad de la organización de GH VIP y camuflada con elocuencia y persuasión consiguieron rápidamente dividir a ‘las viudas de Aless Gibaja’. Aída enterró a las Blumettra en apenas dos días dentro.
Y es exactamente lo que ha hecho con cada uno de los concursantes de la casa.
Con sutileza, y con Daniela Blume como nueva aliada, ha conseguido que ese grupo que consiguió expulsarla se resquebraje. Lejos de la bipolaridad de la que la acusan muchos de sus compañeros, sabe dónde apuntar con sus palabras para evidenciar los errores de los demás o para crearlos si es necesario, así como para acentuar sus diferencias. Sabe también que hay cámaras que lo graban todo y que hay gente que observa y toma nota. Por su parte la catalana cree estar reeditando la alianza entre Bárbara y Adara en GH17.
Ninguno de sus compañeros ha escapado a sus redes. El último ejemplo ha sido su reciente odio hacia Marco y Aylén desde que supo que la argentina optaba a ser concursante. Pasó de asesora del amor a francotiradora.
Sabe que apuntar hacia ella le permitirá, como mínimo, durar una semana más si finalmente la argentina se queda en la casa.
Aída lo ha complicado todo, maravillosa o deplorablemente, y ha conseguido asociarse con una de las favoritas para ganar el concurso, debilitando una de las mayores alianzas dentro y fuera de la casa. Si le sale bien, tendrá compañera hasta que dure su estancia en la casa. Si le sale mal, Daniela saldrá expulsada por haberse acercado a ella. Frecuentemente cae en la hipocresía y no permite en los demás los cambios de opinión que en ella misma si acepta. En su beneficio, el interés agonizante de Gran Hermano por obtener audiencia.