La imaginación de José Mota parece no tener fin. Los distintos personajes que hemos conocido en los sucesivos programas de TVE, a los que él mismo ha dado vida, son, todos ellos, memorables: El Tío la Vara, La vieja´l Visillo o Bartolo, ese violador de camioneros que nació ya en la época en que Mota formaba parte del dúo Cruz y Raya, son solo algunos de los que nos vienen con rapidez a la mente.
A todos ellos se le ha unido un caradura que desde el primer momento tuvo todas las papeletas para convertirse en una de las estrellas de su repertorio: el Fumi de Morata, derivado del Tonto´l Cubata, que ya estaba en La noche de José Mota, y que en José Mota presenta no solo presume de ser un tipo vago sino que tiene como testigos a sus padres para, en según qué casos, incluso llevarlo al lugar en el que se desarrolle el sketch, pero, eso sí, en todos ellos, apostillar por él cuanto relata.
Es decir, si será gandul que sus progenitores lo acompañan para que no tenga que contar el chico todos "los pelos y señales" de en qué consiste su vida, que la lleva "a cuerpo de rey, esa es la verdad". Comer, dormir e ir por ahí con su cubata son sus principios, que ni por moza alguna se salta, y es que "como en casa de los padres de uno, en ningún lao".
El Fumi ha ido evolucionando, como todo lo que funciona y se va adaptando a su habitat, y si primero aparecía solo y se acercaba a las mujeres que le gustaban, intentando ligárselas con el cuento de su inmejorable existencia, poco a poco no solo se fueron incorporando sus padres como personajes fijos en sus peripecias, sino que también comete la genialidad de ir metiéndose en los sketches ajenos para tratar de convencer a quienes en ellos encuentra de que si se respetan sus normas, no hay nadie mejor para lo que se necesite.
Desde los Testigos de Jehová a Master Chef, pasando por los mismísimos Marines, el simpático caradura no pierde la ocasión de restregar su nivel de vaguería a quien tenga delante. Su caso es de tal envergadura que hasta en la parodia de Sálvame Deluxe ha sido requerido por el polígrafo y el incomparable Íker Jiménez, en la versión interpretada por el propio Mota, lo ha analizado en su programa, llevando a sus padres como invitados para que narren los detalles de tan llamativa conducta.
"Si no te pido que me lo mejores, iguálamelo" es su insuperable frase a modo de conclusión. No hay cosa comparable a sus hazañas y él lo sabe, por eso no quiere dejar de vivir con sus padres, porque hasta el tábano, que cuando le pica se rasca su madre y se le hincha el brazo a su padre, es capaz de recibir quehaceres por su parte.
No hay nada como la casa de uno, "no hagas números".
Y para despedirse también se suele marchar a lo grande: bailando Todo lo que quiero, de Rumba Tres. Con ella se contagia la alegría y tal vez sea el único momento del día en el que Fumi hace algo por sí mismo, porque bailar por él no lo puede hacer el tábano, que si no...