El 31 de diciembre de 2014 veíamos a una niña haciendo las veces de la infanta Leonor en Un país de cuento, el especial previo a las campanadas que el humorista José Mota le dedicó en TVE a la actualidad nacional. En él, el Rey emérito, don Juan Carlos, le contaba a su nieta la situación de la nación con los toques de ironía propios de la comedia.

Aquella niña rubia de enormes ojos azules demostró una naturalidad y una frescura fuera de lo normal y Mota, que además de un genio es un cazatalentos, no quiso desaprovechar la oportunidad de seguir trabajando con la chiquilla y contó con ella para la nueva temporada de su programa, en la misma cadena en la que ha estado tantos años.

Anastasia Azaranka es el nombre de la pequeña, que cuenta con solo siete años de edad, pero lleva desde los cuatro en la agencia de representación de Esther Gala y Roberto Bressó. Mota buscaba a una niña con el máximo parecido posible a la infanta Leonor, y la encontró. Pero ahora, sin que esa similitud se repita con la periodista Ana Pastor, Mota demuestra que más allá del físico, es el carácter lo que acerca a Anastasia al mimetismo con la presentadora de El objetivo.

En José Mota presenta, espacio lleno de sketches y parodias, llama la atención El objetivillo, con Ana Pastorcilla, genial planteamiento que es aún mejor en su desarrollo. La pequeña, incisiva como aquella a la que imita, lleva sus preguntas, nacidas de la realidad social pero adaptadas al punto de vista infantil, a cada uno de los invitados, que son, a su vez, parodias de políticos y artistas realizadas por el creador del espacio.

Anastasia se transforma de manera firme en esa Ana Pastorcilla que lo mismo da paso a famosos dirigiéndose al entrevistado como a la recogida de opiniones y sugerencias que el programa realiza en su cole, dudas de otros niños que son respondidas en clave de humor con toda la seriedad que el género requiere.

La complicidad evidente entre la actriz y el conductor del show que se emite la noche de los viernes es un acierto más dentro de sus sketches.

Las miradas irónicas que ambos se lanzan, subrayando el contexto surrealista en que se torna la entrevista, les otorga un punto a favor del buen funcionamiento de su trabajo conjunto.

Pero es Anastasia la que lleva el control, como debe hacer todo moderador. Su contundencia no deja ninguna duda y es ella la encargada de despedir al público, ya que el invitado suele marcharse de manera abrupta, incómodo en medio de una nube de repreguntas acosadoras que generan aún más espectáculo.

Su frase final, chiste que redondea la escena, comentario que incluso puede llegar a ser del repertorio de Mota, es el momento que nos hace llegar a la conclusión de que la joven promesa puede ser, si no se tuerce, un robusto árbol en el bosque de la interpretación en España.