Cada día suceden cosas que no hubiéramos querido que pasaran, herimos y nos hieren, atacamos sin razón o nos ofenden sin compromiso, nos equivocamos, erramos al igual que los demás.

Estamos de forma permanente expuestos a ser heridos o a lastimar de palabra o de acción a un compañero de trabajo, familiar o amigo, y la única manera de poder avanzar hacia la felicidad plena es perdonar y pedir perdón.

Cuando nos encontramos atados al pasado, hundidos en la arena movediza de los recuerdos negativos, nos vamos sumergiendo cada vez más sin darnos cuenta de que con solo perdonar, lograremos una mejor calidad de vida.

¿Cómo perdonar?

Aprender lo que es un verdadero y sano perdón requiere de tiempo, ya que personar no significa olvidar, porque en muchos casos olvidar no es posible. Perdonar es liberarse de ese recuerdo emocional, que te quita energía, cuando revives intensamente el evento o los eventos dolorosos repetidamente.

Esta acción del perdón te lleva a recordar sin deseos de venganza o con el corazón más tranquilo, sin sentimientos de odio, o rencor.

Fingir que se ha olvidado puede ser más negativo que tener el recuerdo del evento, el perdón no es un acto que se debe hacer para complacer a otros, a tu papá, a tu mamá, pareja o amigos, este acto debe ser voluntario, posterior a una profunda reflexión sanadora.

Ten en cuenta que el perdón no siempre significa reconciliación. Esta acción es liberadora y se obtiene luego de un proceso de duelo, este debe ser expreso, cara a cara si ha de ser posible, y de forma directa. Esa expresión del perdón debe referir el daño claramente y jamás minimizar las consecuencias, evitando excusas o juicios valorativos.

Se requiere de valor y tiempo para perdonar

La acción de perdonar nace de darse cuenta que se ha hecho un daño ocasionado por acción u omisión, habiendo tenido o no la intención de lesionar. Luego de que se es consciente de haber herido, debe producirse de forma voluntaria. La respuesta a la petición del perdón es un regalo que beneficia doblemente a quien perdona, lo libera del deseo de venganza y sentimientos negativos, mientras a quien lo recibe lo libera de culpa.

El perdón no es una varita mágica. Es un proceso que requiere de valor y tiempo, puesto que hay algunas cosas que son más difíciles de perdonar que otras, e igualmente puede resultar más fácil perdonar a unas personas que a otras. Pero debemos tener en cuenta que perdonar es una ganancia física, mental, moral y espiritual. Cuando nos negamos a perdonar estamos abonando a nuestro interior el terreno para la enfermedad.