¿Crees que el sarampión es una enfermedad menor? Su baja prevalencia en los últimos años nos ha hecho bajar la guardia y desatender su vacunación. Las cifras difundidas por la Organización Mundial de la Salud no dejan lugar a dudas: nos hallamos ante un preocupante repunte que comenzó en 2017 y que se saldó con 35 muertes en Europa.

En otras palabras, 1 de cada 4 países integrantes de la región europea (53 en total) presentaron brotes con más de 100 casos, lo que equivale a un incremento del 400 % con respecto a 2016, año caracterizado por su mínimo histórico.

Tras la meticulosa labor de vacunación de 15 años con la que se logró hacer descender en un 84 % las muertes por sarampión, la tendencia alcista de la actualidad evidencia el peligro de la moda de la no vacunación.

De todos modos, en España la vacuna de la Triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) está contemplada en el calendario vacunal y cuenta con una tasa de cobertura poblacional del 94 %.

El sarampión es incurable

Comienza con fiebre alta que persiste durante 4-7 días, congestión nasal, ojos enrojecidos y llorosos, tos y manchas blancas en la cara interna de las mejillas para evolucionar, al cabo de 2-3 días, a la fase de la erupción cutánea. El rostro y el cuello se cubren de multitud de manchas rojas que después se extienden también a las manos y los pies.

Si no estás inmunizado, el contagio es inevitable bien por inhalación o por contacto directo con las secreciones respiratorias de alguien que lo padece. Suele ser más habitual en menores de 5 años y en mayores de 30. Son precisamente estos últimos, los adultos, en los que más complicaciones presenta la gestión de la enfermedad.

Ceguera, Encefalitis con derrame cerebral, diarrea severa e infecciones de oído o respiratorias, como la neumonía, son sus principales secuelas.

¿La triple vírica causa autismo?

Seguro que lo has escuchado en algún momento de tu vida. Este bulo nació hace ya más de 20 años y ha quedado ampliamente desacreditado, pese a que personalidades de innegable impacto mundial como Donald Trump sigan alimentándolo.

Lo cierto es que le hemos perdido miedo a la enfermedad y algunos padres prefieren no vacunar a sus hijos para evitarles los efectos secundarios. Otros, optan por las "measles parties" o fiestas del sarampión, en las que los niños enfermos contagian a los sanos para inmunizarlos.

Como es de esperar, la comunidad médica no apoya esta postura por considerarla temeraria. Aunque en nuestro país la situación no es excesivamente apremiante, nuestros vecinos europeos Italia y Francia han legislado sobre su obligatoriedad y Australia se ha decantado por la amonestación en forma de retirada de los beneficios fiscales a los padres cuyos hijos no estén vacunados.