Pasaron los tiempos en que la piel lechosa, la blancura impuesta por los criterios victorianos, constituía el tip de la moda, el símbolo de la inocencia. La belleza femenina se vestía de alabastro, aparentando la frialdad del recato, la casta clausura de un cuerpo solo mostrado por la insinuación de las formas bajo la sombra de un parasol. Sim embargo, hace ya bastantes años que el ambiente tropical, teñido e impelido por la colorida miscelánea del mestizaje, ha interrumpido con descaro en las pieles, donde la sobredosis de melanina se ha convertido en algo más que una simple moda.

Hoy el Sol se ha convertido casi en una obsesión, en un reclamo comercial, en un artículo de consumo de masas y en un argumento de venta. El color bronceado de la piel tostada constituye en la actualidad el mejor de los looks: buena salud, prestancia, dinamismo, bienestar social. Por el contrario, la palidez cavernosa de quien parece escapar al sol se tiene hoy como expresión de debilidad, timidez, de salud precaria y de carencia de éxito.

Las barreras de seguridad

Una cosa es tomar el sol y otra muy distinta que nos dé el sol. Lo segundo es saludable, pero lo primero deja de serlo cuando se sobrepasan las barreras de seguridad que determinan el tiempo de insolación y el uso de protectores solares.

La raza blanca debe soportar los riesgos en función del grado de pigmentación de la piel, siendo las personas rubias y pelirrojas las más predispuestas a sufrir un envejecimiento prematuro y eventualmente a padecer un epitelioma (capa que cubre la superficie del cuerpo humano). Por lo general, la radiación solar es beneficiosa para el organismo humano.

De hecho, los rayos solares conllevan una comprobada acción antirraquítica y visibles mejorías en caso de dermatitis.

Esta considerado que el sol es una verdadera fuente de beneficios siempre y cuando se tome en la dosis adecuadas. Así, esta es la fórmula más sencilla para evitar quemaduras, enrojecimientos, machas, arrugas y deshidratación.

El mejor objetivo de cada uno debe ser que el sol nos acaricie con suavidad, no que nos estruje como un amante brutal.

Dieta bronceadora

En cuanto a la dieta, consume frutas y verduras fundamentalmente zanahorias, nísperos y melón. Por su parte, el aceite vegetal rico en vitaminas F y E, retrasa el envejecimiento de la piel, ya que evita la sequedad. También las algas, con un alto contenido en vitaminas y minerales, previenen los riesgos solares.

Es una locura tomar el sol sin ningún tipo de protección, aunque tu piel sea joven y resistente. La exposición continua al sol provoca arrugas y manchas que durante la adolescencia no se perciben, pero que en plena juventud son imposibles de disimular.

La utilización de productos resistentes al agua es muy aconsejable porque proporcionan mayor libertad. También se recomienda realizarte una exfoliación con cremas especializadas que se aplican mediante un masaje circular con las yemas de los dedos.