No se le puede dar leche de vaca si tiene menos de un año. Algunos especialistas aconsejan, incluso, que no la tomen antes de los tres años. Pon atención a esta y otras pautas básicas.

Durante el primer año de vida, los niños no deben consumir leche de vaca sin modificar. Por eso, en esa etapa hay que acudir a las leches en polvo para bebés y las leches de crecimiento. Pero, dentro de ese primer año, cada período exige un tipo de leche.

Hasta los seis meses

Se recomienda que los recién nacidos se alimenten hasta los seis meses exclusivamente con leche materna.

Es nutricionalmente preferible a cualquier otra, más digerible, higiénica, no causa alergia y contiene numerosas sustancias anti infecciosas e inmunológicas.

Si no es posible la lactancia natural, debe inclinarse por las leches maternizadas o de fórmula, elaboradas siguiendo el patrón de la leche materna humana, el pediatra te aconsejará que leche debes darle según su edad. Actualmente se dispone de fórmulas con bacterias lácticas que favorecen mucho el buen funcionamiento del aparato digestivo y evitan complicaciones de estreñimiento, que suelen aparecer en los bebés con lactancia artificial. Hasta los cuatro meses se usan las leches de inicio, después se pasa a las fórmulas de continuación.

De seis a doce meses

En este punto al bebé se le puede ir introduciendo alimentos, aun así, el bebé no debe dejar de tomar leche, que seguirá siendo la de continuación. Debe tomar un aproximado de 600 a 750 ml, para conseguir junto con otros alimentos el calcio que necesita para su óptimo crecimiento.

A partir del año, las fórmulas de crecimiento

Ya en esta etapa se puede cambiar la leche de iniciación, pero no introduzca aun la leche entera de vaca, ya que su alto contenido en grasa hace dificultoso de digerir a esas edades. Se recomienda, incluso, esperar los tres años para que pueda empezar su ingesta. Por eso a partir del año la leche adecuada es la de crecimiento.

Es muy bien tolerada por el pequeño y está reforzada con vitaminas y minerales, sobre todo hierro y zinc. Su contenido graso, además, contiene unas proporciones equilibradas de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados. El número de calcio que contiene es superior al de las leches de continuación, y se acerca a la cantidad de la leche normal. Otra elección es la leche semidesnatada o la leche con modificación de contenido graso, a las que se le han eliminado las grasas y se le añaden ácidos grasos como el omega 3 y el oleico. Es de fácil digestión y es aceptada por los niños que excluyen otros tipos de leche y para los que no toleran este alimento, existen bebidas de soya fortificadas con calcio y zinc.