Llama la atención que los EE.UU. estén sufriendo una epidemia de casos de dependencia a los opiáceos, incluso siendo considerado actualmente como un problema de salud pública. Lo que no se comenta es que mucho de los casos surgidos en los últimos años pueden estar vinculados al uso previo de algún tipo de opiáceo prescrito por médicos en el ámbito hospitalario.

¿Qué son los opiáceos?

Los opiáceos son una clase de fármacos analgésicos muy potentes, cuyo propósito es el tratamiento del dolor agudo de fuerte intensidad o del dolor crónico molesto. Ejemplos de opiáceos o medicinas que actúan tal cual son la codeína, la hidrocodona, el tramadol y la morfina.

Debido al uso indiscriminado durante los postoperatorios y cada vez más frecuentes no solo para procedimientos que causan gran dolor, sino para pequeños procedimientos que podrían ser aliviados con otros tipos de analgésicos menos dañinos, e incluso para el alivio de la tos en niños, se han puesto en alertas las agencias de medicamentos de varios países.

Ya dice la frase: "La dosis diferencia un veneno de un remedio". Y así lo es para los opiáceos. Es lo que nos informa un reciente estudio que vinculó el uso de los opiáceos en edad pediátrica a una mayor probabilidad de adicción a esa sustancia en el futuro, sobre todo cuando ellos fueron utilizados por chicas mayores.

Y lo más impactante es que el primer contacto se dio dentro del recinto hospitalario, en un contexto bajo supervisión médica.

Esta asociación ya estaba establecida entre los adultos, sin embargo desconcierta al ser vinculada a los niños también.

Restricciones del uso de los opiáceos

De hecho, ya desde el año pasado el FDA (Food and Drug Administration), la agencia americana equivalente a la EMA (Agencia Europea de Medicamentos), recomienda que se restrinja el uso del tramadol y de la codeína para los menores debido al grave riesgo de sufrir dificultades respiratorias o hasta llevar a muerte.

También refuerza la restricción del uso de tales medicinas para las madres lactantes por el riesgo de depresión respiratoria en sus bebés. Y una reciente resolución prohíbe también a los niños que no reciban ningún jarabe para tos y resfriado que contenga opiáceos.

Los principales riesgos ya evidenciados son:

  • mala praxis médica
  • abuso del uso de la medicación
  • adicción tanto a corto como a largo plazo
  • sobredosis
  • muerte

Este debate aún puede cambiar a lo largo de este año, cuando nuevas resoluciones para el tratamiento del dolor en niños serán publicadas.