-Tienes un tumor en el ovario, a decir verdad, varios tumores, y hasta que no te operemos no sabemos lo que nos vamos a encontrar.
Esas son las palabras que los ginecólogos de turno dirigen a diario, sentados en su silla negra de despacho, a miles de mujeres cada día. Igual que si leyeran un periódico, o una carta de un restaurante.Usando el mismo tono de voz.
Sin embargo, la voz de esas pacientes es inexistente, sencillamente no hay manera en que puedan decir palabra alguna. Son sus pensamientos los que empiezan a movilizarse como una bandada de pájaros asustados por el sonido de un cañón.
Un cañón llamado cáncer. Un cañón que no todas están preparadas para afrontar.
"Esto no me está pasando a mí, estas cosas les pasan a los demás, no a mí"
"Yo que siempre me he portado bien con todos, yo que no le hago daño a nadie, yo que solo quiero pasar desapercibida, por qué este castigo??" Son las típicas preguntas que suelen preguntarse todas ellas, o al menos la mayoría. Pero no, la realidad apuñala a sangre fría y sin anestesia. El cáncer no es cuestión de ser bueno o malo, es cuestión de cómo de buena o mala es tu vida. Después llegan las operaciones y con expectativas dudosas sobre el futuro. Operaciones en la cuales al "abrir", uno no sabe a lo que va a enfrentarse.Entonces comienzan los sudores, las dudas...¿operamos?, ¿intentamos que esta persona viva más tiempo?, ¿o no podemos hacer nada?
Los resultados siempre varían. Por la edad, por el estado físico de la persona, por el estado anímico de la misma, por las ganas que tengan de vivir.
Todo lo que la vida te enseña, ese diagnostico se lo lleva.Todas las creencias, los miedos, los deseos, todo se va, todo cambia. Algunas imaginan como caen de un precipicio o engullidas por un monstruo amenazador.
Sienten que todas las cosas que les quedan por hacer, ya no podrán hacerlas. Es un sentimiento atroz, que las rompe, las desgarra, se hunden en un abismo de imágenes de muerte, de negrura, de miedo, de dolor. Después viene la rabia y la ira, los "porqués", sobretodo eso,¿ por qué?
Lo más duro es recuperarse de la operación, la quimioterapia y afrontar los cambios que vendrán
El cáncer es una enfermedad que llega dando pistas, no es algo de la noche al día, a nadie le pueden pasar desapercibidas sus señales.
Pero después de una recuperación dolorosa, de una quimio aún más dolorosa, de perder el pelo, de nauseas, de vómitos, de dolores de alma y cuerpo, de lágrimas, de rabia intensa, de enfado con el mundo y con la vida,....después de todo eso, viene la fuerza que surge de esas mujeres que reciben esas señales de que algo está funcionando mal en sus vida y de averiguar qué es.Y perdonar, y perdonarse.Y decirse a una misma que si vas a morirte, no será sin luchar duro, aunque no puedas ni andar de dolor.
El cáncer es un verdugo, si, pero también un maestro, un indicador de que algo no va bien en tu vida, y hay que aprender a leer esas señales que el cuerpo te da.Y lo más importante aprender a amar la enfermedad, porque es de uno mismo, porque viene para enseñarles algo de sí mismas, para que se conozcan a ellas mismas y así, poder entender el por qué de eso que les está pasando.
El cáncer se cura y hay miles de testimonios de ello.
Hay que hablar de él, llamarlo por su nombre, y mirarle de frente. Hablarle también a los demás de ello, de cómo se sienten, llorar cuando quieran, gritar, maldecir en voz alta la mala suerte de ser otra paciente mas.
No os guardéis nada para vosotras, porque tenéis todo el derecho de no hacer un tabú de algo como el cáncer, tan serio, tan cruel.
Claro que tenéis derecho, que nadie apague vuestras voces.Y a luchar, de ello depende todo.