La dieta de los Niños y adolescentes españoles no está siendo la adecuada para garantizar su correcto desarrollo y crecimiento. Precisamente en la infancia y adolescencia necesitamos recibir todos los nutrientes necesarios para asegurar un estado saludable que permita realizar una trayectoria escolar y favorecer que en la edad adulta la salud no se resquebraje.
En etapas de la vida la alimentación ocupa una posición estratégica, de manera que la dieta que tenemos desde que somos bebés hasta los 18 años marca la salud de nuestro presente y futuro.
Niños y adolescentes tendrían que disponer de una dieta sana y variada que debería incorporar de forma regular la ingesta de verduras, frutas, pescado y frutos secos. Se da la circunstancia de que cada vez toman más proteínas y es significativo que más de un 90% consuma comida rápida entre una y dos veces a la semana. Bollería industrial, hamburguesas y pizzas se han convertido en productos habituales en los menús de las familias en detrimento de otros Alimentos que forman parte de la dieta mediterránea y que son mucho más saludables.
Con este panorama de alimentación industrial, la dieta de los españoles de entre 6 meses y 18 años presenta es deficitaria y pobre en nutrientes destacados como el calcio, vitamina D, vitamina E, ácido fólico y magnesio, según informa la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN). El resultado de esta ausencia de minerales y vitaminas en el organismo puede dar lugar a la malnutrición que se manifiesta con diversos problemas en el desarrollo a nivel físico y mental.
Por otra parte, pueden aparecer enfermedades como la anemia, el raquitismo y, a largo plazo, osteoporosis.
No hay mejor modo de ingerir los nutrientes que recurriendo a los alimentos que directamente nos aportan los niveles nutricionales que necesita el cuerpo humano para garantizar su estado saludable. Más allá de los suplementos alimenticios que se encuentran en el mercado y de los productos fortalecidos, es aconsejable recurrir a los alimentos que están a nuestra disposición para recibir el aporte de nutrientes.
La leche es una fuente de calcio muy cuestionada, pero este mineral también se encuentra en productos de hoja verde, como el brócoli, la berza, la col rizada o los nabos. El salmón y las sardinas en lata son ricas en calcio, así como las almendras y las legumbres.
Con un aporte suficiente de calcio se garantiza que los huesos y los dientes crezcan fuertes y sanos.
La aportación de vitamina D que reciben los niños y adolescentes de su dieta también resulta insuficiente. Su papel es clave para ayudar al cuerpo a absorber el calcio, de manera que su deficiencia puede conllevar la aparición de raquitismo. Los alimentos que tienen mayores niveles de vitamina D son los pescados grasos como el atún, el salmón y la caballa.
La dieta entre la población infantil y adolescente también es exigua en la ingesta de vitamina E. Su papel es muy importante, porque contribuye a fortalecer el sistema inmunitario y a la formación de glóbulos rojos. Las nueces, almendras, maíces y avellanas son ricas en vitamina E, así como las espinacas y el brócoli.
Para incrementar los niveles de ácido fólico, que ayuda a crear células nuevas, es recomendable incluir en la dieta vegetales de hoja verde, frutas y nueces. El magnesio también tiene un papel relevante en nuestro organismo porque tiene incidencia en el funcionamiento adecuado de músculos y nervios, además de estar relacionado con el sistema inmunitario y la fortaleza de los huesos.
Cuando falta el magnesio, los menores pueden presentar apatía, fatiga, memoria deficiente y difícil aprendizaje, por lo que sus estudios se pueden ver afectados de forma severa. Así, deberían incorporar a su dieta espinacas y acelgas, frutos secos y semillas de calabaza, pescado, arroz integral, aguacate y plátanos.