Confiar es fluir, entregarse al proceso, soltar las resistencias, aceptar lo que es, y aprender las lecciones, todo desde la certeza de que se vive solo aquello que nos corresponde vivir, se recibe lo que se necesita y se pierde aquello que detiene nuestra evolución, porque perder es otra forma de ganar. Confiar es creer en el orden dentro del caos y la perfección de lo imperfecto.

Suena muy bonito e inspirador, pero no es fácil. Para muchos es la gran asignatura pendiente. Hay varias razones por las que se nos hace cuesta arriba confiar en la vida.

La verdad es que a la mayoría de lo seres humanos no les gusta las sorpresas, a menos que vengan en una caja y con un lazo. Del resto, preferirían que todos los sucesos de su vida estuvieran agendados, buenos o malos da igual, con fecha exacta en la agenda para evitar sobresaltos. Así somos, de lo contrario esa frase tan pátetica "más vale malo conocido que bueno por conocer" no hubiere calado tanto.

Si ya has vivido lo suficiente sabrás que el control es una ilusión. No hay plan que el destino no pueda cambiarte, ni proyecto inmutable. Incluso cuando crees que algo esta bajo tu absoluto control no lo está, la vida puede conseguir mil formas de demostrártelo. Siendo francos, llamas control al hecho de afanarte porque las cosas sean como quieres, a luchar porque las piezas del rompecabezas calen fuera de su sitio y obsesionarte por detener o adelantar las agujas del reloj.

En lugar de luchar contra la vida, súmate a sus filas y donde antes veías obstáculos conseguirás aliados. Sueña, proyecta tu futuro y ve construyéndolo, supera las dificultades pero desarrolla la sensibilidad necesaria para escuchar el canto de la vida que nos dice cuales son las batallas que debemos librar.

Construye tu futuro desde la confianza, con la única certeza de que no sabrás lo que te espera, pero que de seguro los planes que la vida tiene para ti son mejores que los tuyos.

Cuando la confianza es con la vida se nos olvida aplicar sus principios: la confianza se construye día a día con las acciones y por regla general de nutre de la reciprocidad. Por alguna razón cuando se trata de confiar en la vida se nos olvidan esos principios y convertimos la confianza en un acto de fe.

La verdad, confiar en la vida no tiene por qué ser un salto al vacío, al menos al principio.

Se empieza dando pequeños pasos, permitiendo que la vida te cambie los planes y dejándote sorprender con lo que pase. Dale la oportunidad de que te conduzca en una dirección distinta a la que pensabas en un principio y verás como vives experiencias enriquecedoras.

Solo si te sueltas sabrás como la vida te sostiene. Hasta entonces, solo habrás sentido frustración por los cambios e planes y mucho miedo cuando te has sentido a punto de caer ¿si luchas desesperadamente por aferrarte al andén, cómo ibas a sentir el arnés alrededor de tu cintura?.

Cuando confías en la vida, la vida también confiará en ti y en tu capacidad para elegir sabiamente tu camino.En ese momento se establece un diálogo con la vida, que ahora que la has convertido en tu amiga te envía señales, poco a poco te irán revelando el camino, trayendo aliados, mostrando oportunidades y enseñando desvíos.

Ya pasó el tiempo de luchar, ahora debes fluir y mantener tus sentidos alertas a las señales y seguir tus instintos, porque son ellos y no tu mente los que pueden mantener una relación más estrecha con los flujos de la vida.

Confiar en la vida y recibir su confianza es ser partícipes de un secreto a voces, aunque pueda que parezca un mito. En la vida todo esta en perfecta armonía y pase lo que pase todo siempre va a estar bien, porque todo lo que vives te corresponde ¿lo crees?.