Orígenes

Cuenta la historia que el ajedrez nació en la India allá por el siglo VI a.E.C. Sin embargo, y como es costumbre, el origen de las grandes tradiciones suele esconderse tras un halo de misterio que protege su encanto de curiosos y escépticos. La leyenda de los granos de trigo o la posible evolución del llamado chaturanga arrojan luz sobre su naturaleza bélica y estratégica respaldada etimológicamente. Según la Real Academia Española, la palabra ajedrez proviene del término sánscrito čaturaṅga que hace referencia a “las cuatro divisiones del ejército indio: infantería, caballería, elefantes y carros”.

Los expertos afirman que los primeros en aficionarse a este deporte fueron los árabes, que entre conquista y conquista popularizaron el ajedrez llevándolo hasta los confines del mundo antiguo.

¿Puede considerarse el ajedrez un deporte?

Tanto en España como en el resto del mundo el ajedrez se ha ido abriendo camino con el paso de los años, hasta que en 1999 la Federación Internacional del Ajedrez, también conocido por sus siglas francesas FIDE, fue reconocida por el Comité Olímpico Internacional. A pesar de estos logros, hay quienes, todavía, cuestionan su status de deporte por no tratarse de una actividad puramente física. Sin embargo, el ejercicio mental que se realiza favorece enormemente al cerebro, tan desentrenado en algunas ocasiones.

Beneficios del ajedrez

  • Favorece la neuroplasticidad, la cual, entre otras cosas, aumenta las conexiones neuronales. Cuanto mayor sea el número de estas últimas, mayor será la capacidad de respuesta que tenga nuestro cerebro. Ahora bien, para que estas conexiones sean “redes estables” es necesario entrenar, por lo que se recomienda jugar al ajedrez, al menos, cada dos días.
  • A veces los sistemas y planes educativos tiendes a centrar todos sus esfuerzos en el hemisferio izquierdo del cerebro. Por el contrario, el ajedrez trabaja ambos lados, cultivando y desarrollando el razonamiento, el pensamiento matemático, la intuición y la visión espacial.
  • Al aumentar la plasticidad cerebral, el ajedrez también potencia nuestra capacidad de concentración, habilidad que va de la mano con cualidades como la eficacia y la cabalidad.
  • Planificar una partida y anteponerse a los movimientos del oponente pueden ayudar a cultivar cualidades como la perspicacia y la organización.
  • Al ser un deporte de competición, el ajedrez también enseña lecciones como la humildad y el compañerismo.

En definitiva y como diría el afamado ajedrecista Gari Kasparov “veo en la lucha ajedrecística un modelo pasmosamente exacto de la vida humana, con su trajín diario, sus crisis y sus incesantes altibajos”.