En la sociedad burguesa, donde reina el individualismo y la economía de libre mercado y competencia, el tipo burgués impone prácticamente su concepción de la realidad, del hombre, y de la sociedad (pues esta concepción no admite una alternativa práctica, una concepción que la retire de su reinado y aplicación práctica). Pero es también el caso, y este hecho es lo fundamental, que esa concepción individualista socioeconómica pasa por ser la concepción más racional (e incluso por la única racional), de suerte que se la tiene por vencedora e insustituible ya en el mismo terreno de las ideas (del pensamiento, de la moral, de la representación de la realidad...) al margen de su éxito y aplicación práctica.

Y de hecho el tipo burgués, como especie de sujeto de pensamiento y valoración, la tendría como tal (como sumum de fundamentación racional, o bien como lo único racional) aunque esta no tuviera aplicación ni presencia práctica alguna. Pues bien, si esa ideología (concepción del hombre, de la sociedad, de la realidad) pretende tener y ofrecer una racionalidad respecto a la posibilidad de la sociedad, del bien común, de la libertad, la igualdad, la justicia... un escrutinio racional de esa ideología y de la realidad práctica que realiza conforme a su concepto, da como resultado que tal racionalidad es fingida, o sea, inexistente. Demos las razones de esta inexistencia y actitud de constante y mecánico "fingir que existe lo que no existe".

La razón es muy simple, conforme a un concepto de racionalidad definido y declarado con claridad, a saber el de racionalidad como integración y vinculación de partes de modo que cada parte quede explicada (determinada) por las demás (en cuanto vinculadas de un cierto modo). Y así, el tipo burgués en su deriva de espontaneidad en el pensamiento, que no es otra que la marcada por la voluntad, no hace sino apelar mecánicamente a unos principios (individualidad, competencia, egoísmo natural) que serían fuerzas organizadoras de la sociedad, y tendrían la virtualidad de alumbrar el bien común, la libertad, y la justicia en la sociedad (y la sociedad misma), pero, claro está, sin dar una doctrina clara de la racionalidad, de las partes y de sus vinculaciones e interacciones que darían lugar a lo segundo (bien común...); es decir no hay exposición ni discurso alguno donde sea reconocible una racionalidad que permita representarse objetivamente lo segundo (el ámbito y realidad social, el bien común...) como algo fundado y generado desde lo primero (el ámbito de la moral-economía individualista...).

La pregunta es muy simple: ¿cómo, desde que informe de racionalidad, desde que combinación de partes de la vida socioeconómica, puede nuestro querido burgués, demostrar que el egoísmo e individualismo espontáneo (o sea, la economía de libre mercado, libre competencia, y libre acumulación de riqueza, puede generar, esto es, determinar, algo así como "un bien común"?

¿Qué se ha de entender por esta expresión cuando sale tan solemne y grácilmente de los labios de nuestro querido benefactor individualista?, pues esta como otras expresiones no aparecen con una semántica -contenido conceptual- claro en la boca de nuestro protector burgués, o por lo menos así deberían aparecer estas expresiones ante la mente un poco atenta al decurso empírico social que se le muestra ante las narices.

Al mismo tiempo que las joyas discursivas y rebosantes de racionalidad de nuestro protector, de nuestro demiurgo y moloc social. Pues bien, el que espere una aclaración del sentido de las expresiones, más allá de las fantasmagorías que suelen acompañarlas, ha de armarse con una paciencia sin término; del mismo modo que el que espere unas doctrinas racionales, explicativas, de la generación necesaria del bien común, justicia adquisitiva, justicia social en general...

desde los principios burgueses. Para el que no lo sepa, aquí el lugar del discurso explicativo, racional (científico-filosófico, con un grado de verosimilitud...) es ocupado por ese otro discurso del que somos asiduos perceptores, a saber, el discurso operacional y maquinal fraguado en el lenguaje ritual de nuestro campeón de la racionalidad. Pongamos un ejemplo clásico: "la espontaneidad del egoísmo individual, como una mano invisible, ha de generar un equilibrio social y un bien común."

Nuestro veredicto racional y objetivo -en este caso real, no fingido- es el siguiente: el tipo burgués es un tipo psicosocial y moral individualista, definido por el egoísmo sin tregua y mal camuflado (es un tipo mendaz, el filisteo moral); y la sociedad burguesa es el espacio de la mendacidad (falsedad, mentira, y manipulación), una maquinaria de generar desigualdades e injusticia, y de un modo esencial o conforme a sus principios (pues esa desigualdad...

no es sino el despliegue y aplicación de sus principios), y no ya algo accidental (que se puede dar o no dar; y la libertad es libertad de lucro, de preponderancia (de arrogancia), y claro está de opinar sin fin ni fundamento (fingir racionalidad, tergiversar la realidad, crear mundos fantásticos al margen de principios y datos empíricos)... en suma, es la libertad, capacidad de elegir y hacer, desde el egoísmo (el querido yo del que habla Kant), por tanto, libertad sin base ni espíritu social, sin veracidad, sin nobleza en el egoísmo (egoísmo enmascarado, disimulado). Y esta es la libertad que se quiere por ejemplo en Venezuela por un grupo de actores sociales (parte del tipo burgués), que pide a gritos su libertad burguesa.