Las redes de financiación del grupo terrorista ISIS quedan cada vez más al descubierto. Los ingresos por petróleo y las donaciones realizadas desde grandes riquezas provenientes del Golfo Pérsico son los principales ejes de los ingresos del Estado Islámico.Tras ver reducido el flujo llegado desde estas fuentes, los yihadistas se ven obligados a extremar la actividad en fuentes de financiación secundarias.

Turquía en el punto de mira

Son varios los ejes de acción abiertos en la continua lucha contra el terrorismo yihadista. En una guerra encabezada por Estados Unidos y Rusia, algunos de los países que componen la alianza presentan una doble cara difícil de entender.

La hipocresía de estos aliados pone en tela de juicio la veracidad de la lucha contra el terror. El mapa de los países que en público se oponen al Daesh pero que en privado hacen negocios con ellos, muestra las vergüenzas de demasiados gobiernos en todo el mundo.

La pregunta es clara: ¿cómo puede alguien hacer negocios con el régimen del terror impuesto por ISIS? El dinero vuelve al ojo del huracán, destapando el entramado de un negocio lamentable por el que la yihad ya cuenta con un fondo monetario que la convirtió en la organización terrorista más rica del globo.

Empecemos por Turquía y los beneficios que obtiene de la actividad del Estado Islámico. El Daesh combate la influencia chií en los territorios que controla y también a los kurdos.

Las milicias populares del YPG kurdo luchan sin tregua contra el fascismo implantado por ISIS en la zona, una dictadura del terror que controla grandes extensiones de territorio en Síria e Irak.

La implicación turca va más allá de permitir el avance de los terroristas en la zona de conflicto. A las fuerzas armadas turcas se atribuyen ataques dirigidos a bombardear zonas ocupadas por los yihadistas.

Sin embargo, dichos bombardeos se dirigían hacia posiciones controladas por el YPG. Con los kurdos como enemigo en común, a nadie se le puede escapar que no estamos ante una casualidad.

Más graves son las informaciones publicadas hace un año a través de WikiLeaks y que relacionan al presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Gente muy cercana al mandatario, como su hijo o su yerno, estaría implicada en tratos relacionados con la compra-venta de crudo en el mercado negro con ISIS.

Según conversaciones publicadas por la organización de Julian Assange, el ministro de Energía y Recursos Naturales y yerno del presidente Erdogan, Berat Albayrak, fue el implicado visible en una trama que apesta de lejos. Albayrak tiene participación en PowerTrans, empresa implicada en la importación de petróleo desde los campos petrolíferos controlados por la organización terrorista.

Además, como destapara el socialista Gursal Tekin del partido CHP turco, la empresa de transporte marítimo BMZ estaría implicada en la llegada de barriles a Turquía, desde donde se realizarían parte de los tratos y la posterior distribución mundial.

Hasta ahí, todo normal. Triste y preocupante pero, desgraciadamente, normal.

Lo escandaloso del asunto surge al comprobar que Bilal Erdogan es uno de los accionistas mayoritarios de BMZ. Unas conexiones que han puesto la voz de alarma en la comunidad internacional, provocando un ejercicio de presión sobre Turquía para abandonar tales actividades.

Si bien ha servido para que el flujo del país otomano hacia el Daesh haya disminuido, la sombra de la sospecha es larga. Cuesta creer que con los servicios de inteligencia rusos y norteamericanos trabajando desde el estallido de la Guerra de Irak (no olvidemos que de aquellos barros, estos lodos) no hubiera constancia de tales negocios. Da la impresión de que el miedo a la "salpicadura" es grande, por lo que mejor empezar a tapar agujeros...

Permisividad en el Golfo Pérsico

No sólo Turquía hace uso de una permisividad pasmosa ante el avance del terrorismo yihadista. Las grandes fortunas del Golfo Pérsico también aprovechan su capital e influencia para nutrir las filas de ISIS. Arabia Saudí, Kuwait o Catar son caras de una misma moneda. Lo preocupante es que las caras de esa moneda son opuestas.

Desde Arabia Saudí se ofreció una consigna clara al apoyar la alianza de EE.UU.: la lucha contra el terrorismo no debe cesar. Numerosas intervenciones después, y siendo un respaldo necesario en la zona para los norteamericanos, se daba a conocer como importantes empresarios y magnates saudíes financiaban con sus fortunas a los yihadistas.

El asunto iba más allá, llegando a ejercer como lobby para presionar a las grandes fortunas del país que no colaboraban en la financiación.

La monarquía absolutista saudí y el gobierno central en Riad hacen la vista gorda ante los trasvases de suculentas cantidades económicas que se mueven en los principales sistemas bancarios del país. La inmunidad con la que operan es intolerable, suponiendo uno de los ejes de la supervivencia de ISIS.

También Kuwait y Catar participan de este juego, actuando como un calco perfecto del poder económico saudí. Por si fuera poco, en el círculo del Golfo Pérsico entra uno de los países más afectados por la oleada del terror en Occidente: Francia. A los dirigentes galos no les temblaba el pulso a la hora de cerrar multimillonarios tratos con Arabia Saudí en la venta de armamento de todo tipo. Negocios beneficiosos para la industria armamentística francesa, no para los miles de víctimas del Daesh.

Al país europeo se suma la implicación de Israel y Reino Unido, siendo este último un caso similar al francés. Por su parte, Israel se vio beneficiado con los ataques del Estado Islámico. Debilitando a Hezbolá, los terroristas sirven como un arma sin parangón en la lucha contra Irán. Lucha en la que aparece otro interesado de nivel como Estados Unidos.

Cabe recordar que Hezbolá nace como organización islámica musulmana chií libanesa para hacer frente a la intervención israelí en el Líbano. Entrenada por Irán, suponía un serio escollo en las aspiraciones israelís en dicho territorio.

Otras fuentes de financiación

En los últimos tiempos las ventas de petróleo han disminuido considerablemente debido a los constantes bombardeos rusos y norteamericanos en la zona ocupada por el Daesh.

Las presiones internacionales también han generado un notable descenso de las donaciones hacia los terroristas, que se centran en la obtención de capital por otras vías.

Los ingresos de antaño hacían estimar una cifra cercana a los 1200 millones de dólares anuales, con una reserva de 2000. La considerable disminución de ingresos reactiva fórmulas que deben reportar grandes beneficios para continuar con una guerra exigente en lo económico. El Estado Islámico se ha caracterizado por contar con una estructura muy bien organizada, confeccionando cuidadosamente departamentos propios de una gran multinacional.

Las nuevas vías pasan por la subida de los impuestos en las zonas controladas en Síria e Irak.

Un territorio cuya población rozará los 8 millones les daba para recaudar unos 500 millones de dólares al año. Con el territorio y la población en descenso, la cantidad recaudada se reduce por lo que no es descabellado pensar que los impuestos han subido considerablemente.

El secuestro es otra fuente importante de ingresos, cercando los 20 millones anuales. Gracias a la información proporcionada por un desertor de ISIS, se supo que existe un departamento centrado en los secuestros conocido como "Aparato de inteligencia". El espantoso entramado no sólo busca víctimas extranjeras sino que también afecta a personas locales.

Los robos, la extorsión y el saqueo son prácticas habituales que reportan beneficios a la estructura terrorista.

Según desveló la BBC, cobran por la protección en la zona o por el paso de ella, contando con tarifas según el caso. Pese a las continuas imágenes de destrucción del patrimonio artístico e histórico en la zona, la venta del mismo en el mercado negro también es una fuente inagotable de flujo monetario.

La imposición de un impuesto a minorías religiosas, el llamado jizya, es frecuente en territorio del ISIS. La muerte espera a quién no acceda, haciendo gala de una falta total de escrúpulos que a nadie sorprende. Tal afirmación se corrobora al conocer que la venta de niñas y mujeres con fines dispares se encuentra entre una de las vías de financiación secundarias más activas. Se estima que de momento el Estado Islámico ha vendido en el mercado negro cerca de 25.000 personas.

La venta de órganos y drogas se encuentran sobre el tapete y tiene como destino en la mayoría de los casos a Europa. La famosa heroína afgana continúa distribuyéndose llegando imparable al viejo continente, haciéndonos partícipes de una red que se cierra creando un círculo terrible: la supervivencia del Estado Islámico