Hoy se cumplen cuarenta años de las primeras elecciones democráticas tras cuarenta años de dictadura. Muchos otorgan al Rey Juan Carlos I y a Adolfo Suárez el mérito. Pero todos olvidan al verdadero impulsor: Torcuato Fernández-Miranda.

Torcuato Fernández-Miranda, fue la persona más importante en el proceso de la transición. No sólo fue el maestro y director político de Adolfo Suárez, sino que también, fue el verdadero artífice de la reforma política pilotada por el Rey y Suárez. Sin él, también habríamos disfrutado de los mejores años de libertad de nuestra historia, pero no es menos cierto, que el respeto que inspiraba Torcuato a los franquistas y también a los falangistas (estos últimos en contra de la transición, del Rey y de La Constitución), ayudo a que el proceso fuera menos complejo y tortuoso.

Torcuato era franquista, pero pertenecía a ese grupo de franquistas conscientes que España necesitaba convertirse en un país democrático, que los oscuros pasajes de una España dividida y enfrentada habían muerto. Y el 4 de enero de 1974, delante de la cúpula franquista y el propio Franco, pronunció su famoso ''discurso de las nieblas'', en el cual criticaba a los dirigentes franquistas su falta de visión y su pérdida de contacto con el pueblo, por querer seguir manteniendo una dictadura bajo la figura de Juan Carlos I. Ese discurso le hizo ganarse enemigos dentro del franquismo y el repudio total de los falangistas, que lo acusaron de traidor.

En conclusión, Torcuato fue el personaje más importante de la transición española, una transición en la que, por supuesto, se cometieron errores.

Pero muchos mayores fueron los aciertos. Nunca, un país ha pasado de una dictadura a una democracia de la forma que nosotros lo hicimos. Sin tiros, sin sangre y sin violencia. Con la unión de una izquierda con visión de Estado que hoy no existe y una oligarquía dispuesta a perder su poder absoluto en pro de convertir a España en un país moderno e integrarlo en una Europa que había abandonado hace décadas, cualquier tipo de dictaduras.

La lealtad de la inmensa mayoría de los principales dirigentes políticos, tanto comunistas como franquistas, al proceso de la transición fue algo digno del denostado régimen del 78. Ni todos los actuales políticos juntos llegarían a igualar a uno sólo de los antiguos dirigentes españoles que sirvieron a España y demostraron tener una verdadera vocación por el pueblo español.

Como dijo Torcuato:

''Lealtad desde la fidelidad al pueblo español. A este espléndido pueblo español a quien tengo el orgullo de pertenecer. Le he servido y le serviré desde el amor a España. A esta España que amo sobre todas las cosas. Tengo el orgullo de haber servido al Estado, encarnación de la soberanía del pueblo. Tengo y tendré el orgullo de la ética del Estado.''