Pese a todo, este domingo ocurrió algo histórico. Contra todo pronóstico, Pedro Sánchez se alzaba con la victoria en las primarias del PSOE. A pesar de dos derrotas electorales, una profunda división interna y la diferencia ideológica, Pedro Sánchez se convertía anoche, de nuevo, en líder de los socialistas. “Hoy empieza todo. No acaba nada. Me comprometo a ser el secretario general de todos los socialistas”, aclamaba en la rueda de prensa posterior a los resultados.

El PSOE es ahora un partido fracturado, profundamente sumido en dos derrotas históricas.

Se suponían unas elecciones duras, con constantes vaivenes y muchos enfrentamientos, y así fue. El vencedor tiene en sus manos no solo el liderato del imponente socialismo, sino también la obligación de reconstruir el partido. Y aunque los cerca de 300 militantes que se congregaron a las puertas de Ferraz defendían la unidad, será difícil conseguirla después de que ellos mismos abuchearan a Susana Díaz cuando fue nombrada en la intervención de Sánchez.

La recomposición del partido será una tarea difícil, posiblemente la más compleja a la que se enfrente Pedro Sánchez. Las bases han encontrado en él su máximo exponente, su representante, su voz; y todo esto es algo que los históricos siempre olvidaron, pero que ahora se han topado de bruces con él.

Susana Díaz ha sido derrotada y con ella el establishment político que la llevó a presentar su candidatura.

Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Emiliano García-Page, Alfredo Pérez Rubalcaba, todos y cada uno de ellos han perdido estas primarias. El socialismo histórico ha sido desbancado por los socialistas de a pie.

Todos y cada unos de los barones territoriales que defendieron la propuesta de Susana Díaz han fracasado. Pedro Sánchez se alzó con el apoyo de 38 provincias, mientras Díaz solo conseguía el respaldo de 12 y Patxi López, en cambio, de dos: Vizcaya y Guipúzcoa.

Los militantes fueron olvidados por los ilustres, pero ellos nunca lo han olvidado.

Ayer, 21 de mayo de 2017, hablaron, tomaron una decisión que sería trascendental para el futuro del socialismo, que supondría un importante cambio en el PSOE. Y con este cambio, habrá algunos que se mantengan firmes y unan sus fuerzas al nuevo líder; y otros que, en cambio, desaparecerán. El primero en hacerlo fue Antonio Hernando, portavoz del PSOE en el Congreso.

Comienza la era de un “nuevo PSOE”, con un líder que no cuenta con la representación de ningún histórico, pero que luchará por levantarse y volver a ser el partido que era. El apoyo de los militantes ha sido clave en este escenario de ruptura. Y ellos han sido los que han levantado a su líder de nuevo. Han dejado claro que no quieren al PSOE de siempre, y han retornado a Pedro Sánchez para que sea él quien abra un nuevo camino.