El muro de Berlín cayó en 1989 y la Unión Soviética se disolvía dos años más tarde. Por entonces se pensaba que la Guerra Fría había acabado y que Estados Unidos había sido el vencedor de la contienda. A día de hoy, después de 26 años de la caía de la URSS podemos decir que la Guerra Fría está más activa que nunca.
Sin conflicto directo
Desde hace unos años, titulares se llenan con la palabra ‘ciberataque’. Es cierto, desde la CIA y el FBI no paran de filtrarse archivos secretos y de denunciar que reciben miles de ‘hackeos’ masivos tratando de acceder al sistema.
Los mandatarios americanos han acusado siempre a la inteligencia rusa, siendo así como el mismo Barack Obama acusó a Putin de los ataques y de la victoria de Donald Trump, al haber atacado las páginas del Partido Demócrata y haber filtrado la información al portal WikiLeaks.
Desde el Kremlin ruso siempre se han desvinculado de dichas acusaciones, lo que si es cierto es que parece que había cierta preferencia en Moscú con el candidato presidencial de EEUU, como afirmaron voces del gobierno ruso.
El conflicto empieza a ser directo
Esta Guerra Fría parece que se está calentando en las zonas de Ucrania y Siria, donde las guerras que han estallado han creado dos bandos. Uno apoyado por Estados Unidos y otro por Rusia.En la Guerra de Ucrania y conflicto de Crimea, todo el sector que apoya volver a unirse a Rusia (los llamados prorusos) es enormemente apoyado por Putin, mientras que el sector más europeo (y más de extrema derecha, como Svoboda) es apoyado en su totalidad por Estados Unidos.En la Guerra de Siria, Rusia apoya al gobierno actual del presidente Bashar al Assad y al pueblo kurdo que lucha directamente contra el DAESH; mientras tanto, Estados Unidos apoya a los rebeldes que se han levantado contra el régimen y protege en ocasiones al Frente Al Nusra (Al Qaeda) como apuntó a la BBC el canciller ruso Sergei Lavrov.
Las tensiones en estas guerras han sido elevadas, pero estamos ante un momento de enorme debilidad en las relaciones entre ambas potencias. Ya que a raíz del supuesto ataque químico por parte del gobierno de Asad sobre población civil, Estados Unidos respondió lanzando decenas de miles de misiles sobre suelo sirio. Desde Moscú este ataque ha sido catalogado como una “invasión a un estado soberano”. Veremos como avanzan las relaciones después de este ataque, y si mejoran en algún momento. Lo que está claro es que una guerra abierta entre ambos países no nos favorece a ninguno.