La votación de investidura del presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, el 23 de febrero de 1981 es recordada en los libros de historia como uno de los momentos más vulnerables de la democracia española. Esta sesión se produce tras la dimisión del Adolfo Suárez en enero y, en consecuencia, la investidura del nuevo candidato, Calvo-Sotelo, que al no conseguir tres días antes la mayoría necesaria tuvo que someterse a una segunda vuelta.

La consolidación de la democracia era un reto complejo de superar en una coyuntura Política que aún mantenía en las estructuras del Estado a sectores sociales reaccionarios y nostálgicos en un país donde el terrorismo de ETA había asesinado a cerca de un centenar de militares y policías en el último año.

En este contexto, aquella sesión en el Congreso de los Diputados quedó interrumpida, de forma abrupta, por el asalto a la Cámara Baja del teniente coronel Antonio Tejero que llenó de guardias civiles el edificio de la carrera de San Jerónimo.

Diego López Garrido, letrado de las Cortes en 1981, recuerda en el documental del Canal Historia Golpe de estado en España, Madrid 1981 (23-F), que empezó a escuchar el "tableteo de la ametralladora" de un guardia civil que disparó por "encima de las cabezas de los diputados y por debajo de las tribunas del público". López Garrido que estaba ubicado en lugar donde no había visibilidad al hemiciclo señala que "en ese momento creía que estaban matando a los diputados".

Garrido, asimismo, comenta que tenía la sensación que el golpe de estado "había triunfado en España" porque los estaban en el Congreso de los Diputados se habían quedado "aislados del mundo; allí no sabíamos nada salvo las cosas que decía Tejero de vez en cuando".

La transición se desarrollaba con normalidad tras las elecciones de 1979 en las que los partidos de izquierda habían obtenido unos buenos resultados mientras los sindicatos que acabados de legalizar manifestaban sus primeras acciones en defensa de los derechos laborales de los trabajadores.

Operación Galaxia

Se estaba fraguando el desarrollo del estado de las autonomías que, en el caso de las históricas, incluía peticiones para conseguir un mayor autogobierno aspecto que causó gran consternación entre los sectores reaccionarios incrementando las tensiones en 1980. En este sentido, el aborto de un intento de golpe de estado en 1978 conocido como la Operación Galaxia era un claro indicio del nivel de crispación que el avance de la democracia generaba en los sectores nostálgicos de la sociedad.

El periodista, Luis María Ansón, en el mismo documental, afirma que se vivía en una sociedad que estaba "esperanzada" que se había incorporado "seriamente" a la democracia con un "ambiente internacional excelente" pero los crímenes de ETA habían causado "tal desazón en un sector del ejercito que, además no creía en la Constitución de 1978, que había conciencia en los sectores dirigentes de la vida española; los empresariales, los financieros, los religiosos y los políticos de que se estaba preparando un golpe de Estado".