El informe entregado por la Guardia Civil a la juez, Carmen Rodríguez-Medel, muestra como el ministro de Interior, Salvador Illa, y el director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, transmitieron en la primera reunión, ocurrida el 5 de marzo en el Ministerio de Sanidad, a dos representantes de la Iglesia Evangélica española - quienes informaron del Congreso Unlimited 2020 (que se iba a realizar en la Caja Mágica) que reuniría a gente de dicha religión proveniente de 120 países: eso no se puede hacer. En dicha reunión también estaban presentes Faustino Blanco, secretario general de Sanidad, y Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

Allí Simón explicó a los dos evangélicos la grave crisis por la que pasaba España y Europa por el virus y que, debido a que venía mucha gente de fuera del país, eso suponía un peligro muy grande.

En dos reuniones, Fernando Simón expuso las razones de la prohibición del congreso evangelista a sus organizadores y representantes.

Se les volvió a convocar, junto con el organizador del evento, Juan Carlos Escobar (presidente de las Asambleas de Dios), el 6 de marzo en el Ministerio de Sanidad. En esta ocasión, Illa no estaba presente y fue Simón quien les mostró exhaustivamente los datos de los estragos que estaba dejando la pandemia internacionalmente, por lo que les volvió a insistir a los religiosos que “no se puede celebrar [el Congreso] de ninguna manera”.

Sin embargo, los organizadores del evento necesitaban un documento por escrito de Sanidad, como excusa oficial para cancelar el congreso de cara a toda la gente que iba a venir.

Pero lo único que obtuvieron como respuesta fue que la información que les habían dado y en los términos que se la habían dado tenía un carácter imperativo equivalente a una prohibición.

Al día siguiente, Escobar tenía un documento, firmado por Simón y Pilar Aparicio (tercera de Illa), escrito ‘ad hoc’ y sin contener ningún dato clave en cuestión de sanidad hablado anteriormente, para que el presidente de las Asambleas de Dios pudiese tener un documento oficial con el que legitimar la cancelación del evento.

Para la juez, Carmen Rodríguez-Medel, el documento presentado por la Guardia Civil deja claro el conocimiento por parte de Sanidad de la peligrosidad del virus y que había indicios de su preocupación por este asunto. Sin embargo, esto choca frontalmente con el hecho de que no se prohibiera las manifestación del 8M en Madrid y que incluso Fernando Simón dijese que si su hijo le pedía ir a esta, él no le diría que no.

Sanidad sabía de la peligrosidad del virus, incluso avisó para que se cancelara el evento evangélico, pero no cancelo el 8M en Madrid

Simón se ha defendido de esta contradicción de criterios indicando que en esos días el ministro de Sanidad ya había redactado unos documentos en donde se recomendaba hacer actos deportivos a puerta cerrada, la no aglomeración en eventos de las personas que viniesen de zonas de riesgo y la cancelación de eventos médicos.

El evento de la Iglesia Evangélica entraba en estas recomendaciones, no solo por el congreso, sino porque se había detectado en una de sus iglesias de Torrejón de Ardoz un brote, lo cual era un bulo.

Esto, según Simón, explicaría que el 8M o el congreso de Vox no fuesen suspendidos, pues no entraban dentro de esa casuística. Al mismo tiempo, argumenta que Madrid y Barcelona han sido las ciudades más afectadas por el virus debido a la existencia de una gran red de transporte público. De este modo, termina el científico, el impacto de la Covid-19 en las concentraciones del 8M sería algo marginal, y que lo que Sanidad detectó el 9 de marzo y se hizo patente con la declaración del estado de alarma, decretado el 14 de marzo, no es achacable a ese fin de semana.

Es irónico e incluso cínico que la razón para cancelar un evento y no otro sea que vienen personas de 120 zonas de riesgo cuando ninguna frontera está cerrada

Es irónica que la razón para cancelar el congreso evangélico sea que va a venir mucha gente de 120 zonas de riesgo, cuando los aeropuertos, los muelles y las fronteras terrestres no estaban cerrados. Durante los días anteriores y posteriores – se cerraron las fronteras terrestres el 16 de marzo y el 22 se empezaron a hacer fuertes restricciones en aeropuertos y puertos - se había dejado pasar a todo el mundo, de cualquier sitio del que viniesen, para otros menesteres, sin ningún tipo de control: España ya era una zona de riesgo. Y esto el Gobierno lo sabía, el documento dado a la juez Medel lo confirma.

No había excusa para no cancelar mucho antes eventos masivos ni para tomar medidas de precaución a tiempo. Ya había en Madrid 4 muertos, y miles de contagiados por toda España (centenares hospitalizados y decenas en la UCI), antes de que se celebrase el 8M. Después vino la hecatombe.

Se culpa al Gobierno por permitir el 8M porque si estos no lo hubieran alentado oficialmente los daños colaterales de los otros eventos no hubiesen ocurrido

Muchas mujeres y gente de izquierda se sienten atacados por que haya personas que culpen al Gobierno por permitir el 8M. Se les tacha de machista para arriba. Pero son las personas con cabeza, y no cegadas por un odio a la izquierda inexplicable, las culpan al Gobierno de haber puesto en peligro las vidas de tantos manifestantes, de los que iban en transporte público, de los que fueron a partidos de fútbol y, sí, al maldito congreso de Vox.

El Gobierno era el responsable de todo esto y sabía el peligro que ya estaba en España y no solo no prohibió las concentraciones, sino que alentó el 8M, eso es lo más culposo. Incentivo a que millares de personas (pues se esperaban, solo en Madrid, una concentración de casi un millón) que fuesen a un foco de contagio masivo.

Para mucha gente no es cuestión de antifeminismo o cualquier otra cosa, es cuestión de haber puesto en peligro (y con resultado de contagio o muerte en tantos casos que no sabremos) a sabiendas a tantas personas, porque por encima de las vidas de esas personas estaba el “defender” la “ideología feminista” y a la Mujer. Era un evento que no se podía cancelar, costase lo que costase al parecer. Y con todo esto, queda una pregunta en el tintero ¿Por qué solo avisaron a la Iglesia Evangélica?