¿Se puede aprender a ser corresponsable pasados los cuarenta? Se puede y se debe. Para los hombres que han decidido que otra forma de actuar y relacionarse es posible, el hecho de experimentar un hito clave en la vida como es la paternidad, afianza la determinación de formar parte de una nueva generación de hombres, cuyos actos marquen la diferencia en la sociedad actual.

Conflictos iniciales

Cualquier proceso que supone un cambio estructural en la mentalidad de las personas lleva aparejado una serie de conflictos y un choque de roles. Por un lado, está la educación recibida y determinados comportamientos sociales, que siguen perpetuando conductas patriarcales.

Y por otro lado, la creciente necesidad de educar en otros principios y valores, más respetuosos, conscientes y justos (el rol de cómo ese padre quiere vivir su paternidad). Ejercer esta nueva paternidad implica el inicio de un proceso de deconstrucción personal y la ruptura del status quo establecido.

El padre deja atrás la herencia recibida y determinados malos hábitos, traspasados por las generaciones anteriores (en su mayoría, ancladas en valores tradicionales y con sesgo de género), con el objetivo de que no sean transmitidos a la siguiente generación ("los hombres no lloran", "no seas nenaza", "calladita estás más guapa" o "compórtate como una señorita", etc.).

Paternidad visible

Cuando existe un deseo de implicación directa en la crianza, la figura del padre ausente desaparece.

El padre se vuelve visible: participa, colabora y decide. Está presente porque quiere y, además, porque debe.

Los hombres dispuestos a asumir esta paternidad responsable son conscientes de que el tiempo que pasan con sus hijos e hijas no puede consistir únicamente en echar un partido de fútbol los domingos por la mañana. Es también encargarse de planificar y preparar las rutinas escolares, junto a todas las responsabilidades domésticas, además de propiciar diálogos sanos en familia y estar atento a las inquietudes de los más pequeños para acompañarles en una crianza respetuosa.

De esta forma, hijos e hijas crecerán con el ejemplo de un padre sensible hacia sus sentimientos, pendiente de todas sus necesidades, y que mantiene una relación con su pareja basada en el respeto mutuo y en el diálogo. Es en este contexto, cuando el dicho de "predicar con el ejemplo" adquiere vital importancia.

La paternidad en el entorno social

A grandes rasgos, las personas ancladas en una visión tradicional de la familia, con creencias más orientadas a un concepto machista y, por tanto, de roles de género marcados, muy posiblemente verán a estos padres como hombres blandos. Incluso un sector más duro les increpará recurriendo a términos de carácter despectivo (el manido "calzonazos", que ha llegado a evolucionar al desagradable "planchabragas", entre otras lindezas).

Otro grupo de la población, en este caso mayoritariamente femenina, considera a estos padres como "Superpapás", sobredimensionando y dando más valor a las tareas desempeñadas por estos hombres, sin llegar a ser conscientes de que esas mismas acciones realizadas por una madre no serían motivo de alabanza por su parte.

A las mujeres que comparten sus vidas con estos "héroes", este grupo se encarga de hacerles continuos recordatorios de la inmensa suerte que tienen de convivir con ellos.

El reclamo de estos "nuevos" padres no es otro que el de poder vivir su paternidad, sin ser unos "planchabragas" ni unos "Superpapás". Quieren ser padres ejercerciendo de padres.