No hay Fútbol. El Camp Nou se encuentra vacío. El Santiago Bernabéu desolado. La Bombonera no ruge. El Anfield apagado. Las butacas que nunca alcanzan, se encuentran libres; y la lluvia, el viento o el calor es lo único que sentirán por un tiempo.
El roce de un césped crecido contra las rayas. Los balones guardados y dormidos. Las redes vacías. Los botines impolutos. Las gargantas ocupadas con un nudo de otra cosa que no nos divierte: la pandemia.
Se apagaron las luces de los estadios de todo el mundo, como las discusiones de una constante puja por el liderato de La Liga; ese auténtico juego de subidas y bajadas que supieron disputar el Barcelona y el Real Madrid. Hoy, algo anecdótico.
Messi ¿quién es Messi? ¿Sergio Ramos? ¿Piqué? ¿Suárez? ¿Quiénes son las estrellas del deporte llamado fútbol? No hay fanáticos, ni allá ni aquí. Todo ocurre en otro lugar.
El fútbol frenó al séptimo día
La ansiedad de la cotidianidad estancada, se hizo más evidente sin el calor del fútbol.
Al primer día, la gente leía notas, miraba programas de deporte y hacía cuentas de cuándo volvería el balón.
Al segundo día, repasaba encuentros viejos en Internet.
Al tercer día, miraba las redes sociales de los jugadores y las mil formas de entrenar en sus inmensas casas.
Al cuarto día, caminaban por las paredes de sus pisos.
Al quinto día, un jugador se enfermó, lo mismo al sexto.
Al séptimo día, la gente descansó del fútbol.
No es tiempo de fútbol
En el hic et nunc -aquí y ahora- del mundo se creó otro tiempo. Las banderas de los fanáticos se cambiaron por otras banderas. Los aplausos que iban allí, vinieron aquí; alentando a otras estrellas olvidadas: los que están en el campo de juego del hoy. Una larga pausa sin UEFA, sin Champions League, sin Copa del Rey, sin La Liga…
Y, aunque duela, un poco, un poquito; los aficionados se han dado cuenta de que sin fútbol tienen más tiempo.
Pero también, descubrieron el verdadero sentido de este deporte.
El fútbol es una pasión heredada
Nada de lo anterior vale sin esto. Porque en definitiva ¿de qué está hecho el fútbol si no es de un amor anterior a los colores que representa? El equipo que se ama suele ser un legado profundo de alguien que se amó antes: un padre, una madre, un hermano, un tío, un amigo, una amiga...
De alguien que hoy no se puede ir a visitar, abrazar, besar; compartir ese tiempo valioso.
Se creó el fútbol para encontrarse. Para abrazarse con la familia y salir a festejar con los amigos. Se creó el fútbol para que aquellas personas que se amaron vivan por siempre; incluso en los colores que legaron a sus descendientes. En cada grito de aliento.
Por eso, no se extraña el deporte, sino lo que implica. Lo verdadero, lo que vive alrededor de un juego. Porque cuando se ve fútbol se discute de mentira, pero se abraza de verdad. Y eso, hoy, es imposible hacerlo.