Bolivia, el país de Suramérica con mayor crecimiento económico de la región, repentinamente se ha visto sumido en un clima hostil y de protestas en las calles. Todo esto después que según los computos, el Presidente Evo Morales, ganara la elecciones el pasado 20 de octubre, acto que inmediatamente fue desconocido por la oposición de este país, desencadenando hechos violentos por parte de grupos extremistas que pusieron en zozobra a la población.

Me niego a preservar la paz prefiero "sugerirle" al Presidente que renuncie

Tal aseveración, es la que puede descifrarse de las palabras con la que se dirigió al país en esos mismos días, el Jefe de las Fuezas Armadas de Bolivia Williams Kaliman.

El nombrado soldado dejó a todos perplejos, cuando apareció en los medios de comunicación junto al resto del Alto Mando Militar y le pidió como una "Sugerencia" al mandatario que "Renunciara a su mandato presidencial, para permitir la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de Bolivia".

Ante esta negación para obedecer al mandatario como Jefe de Estado y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, era evidente que Evo renunciara a su cargo. Antes de esto, la autoridad boliviana había agotado los recursos establecidos, en un intento para retornar a la normalización de su país. Morales no se negó a que organismos como la O.E.A hicieran una auditoría y, de igual manera, propuso cambiar las autoridades electorales y hacer nuevas elecciones presidenciales.

Pero todo esto fue desestimado y los adversarios al primer Presidente indigena de Bolivia, en la persona de la Senadora opositora, Jeanine Áñez, asumieron el poder político. A todas luces, la legalidad de dichos actos no estaba clara y, al parecer, el orden y las autoridades que contempla la Constitución boliviana, para suceder a Evo Morales, fueron amenazadas incluyendo sus familiares, por lo que dimitieron para abrirle paso a la Senadora.

Otro hecho que le resta credibilidad o legalidad a todo este entramado, es el de la autojuramentación de Jeanine Áñez. A la Senadora le fue impuesta la banda presidencial por el mismo militar de jerarquía que le "sugirió" a Evo Morales que renunciara a su mandato presidencial. A partir de allí, lo ocurrido en Bolivia comenzó a dar un giro hacia la inconstitucionalidad y diversos sectores nacionales e internacionales lo califican como un Golpe de Estado aunque otros consideran que no lo es.

En La Paz también hay una lucha de creencias entre la Biblia y la Whipala

Desde el año 2008, la Constitución de Bolivia reconoció como un símbolo del estado boliviano la Whipala. Esta es una bandera que representa algunas de las etnias aborígenes de los andes. Entre estos grupos étnicos está el pueblo Aimara, al que por cierto pertenece Morales y es quizas el de estos nativos, el movimiento indígena que más representatividad le ha dado. Dicho estandarte, ha sido usado desde los tiempos de la colonización, como emblema de la resistencia indígena.

El conflicto por el poder político en Bolivia tocó inclusive este tema de los símbolos nacionales, especialmente cuando la Senadora Jeanine Áñez entró con una Bliblia gigante en alto al Palacio Quemado, como es llamado el Palacio de Gobierno del altiplano.

En ese momento Áñez expresó a viva voz "Gracias a Dios, ha permitido que la Bilblia vuelva a entrar a Palacio" en claro rechazo a la Whipala y los pueblos indígenas.

Antes de esto, los líderes opositores Fernando Camacho y el candidato opositor Carlos Mesa ya habían quemado la Whipala. Pero además colocaron una Biblia sobre la tradicional bandera boliviana y escribieron "Viva Bolivia libre de indios". Este discurso xenófobo provocó la ira de los grupo indígenas en varias regiones y desencadenó reacciones también violentas en la población amerindia. Dichos actos hicieron temer el inicio de una guerra civil.

Haber retirado la Whipala de los uniformes por parte de las fuerza policiales y los militares, también evidenció que más allá de lo político, el tema de rechazo al indigena se suma a los objetivos que se tienen desde el bando opositor.

Para unos pocos que no son genios, el comportamiento contra los pueblos originarios bolivianos, los cuales conforman el 60% de la población, es un error porque esto puede obstaculizar, para que las cosas se resuelvan pacificamente.