Llegó el último episodio de la serie que cambió el paradigma televisivo del espectador, Juego de Tronos, sepultando así nueve largos años de temporadas tanto buenas como malas. Sin embargo, la furia de los fanáticos que se desató desde la temporada anterior explotó debido a los acontecimientos ocurridos en el último episodio se la serie, momento en el que la historia de todos los protagonistas llegó a su fin.

El comienzo del declive

La temporada comenzó el pasado 14 de abril y las expectativas sobre Juego de Tronos eran muy altas respecto a la performance que podría entregar.

Una de las últimas Series en las cuales su público pago la suscripción a un canal de televisión premium exclusivamente para ver esta serie a las 10 pm cada domingo. A lo largo de sus seis episodios la serie debería haber dejado satisfechos tanto a los fanáticos de la adaptación de televisión, como a los seguidores de los libros, pero nada de eso ocurrió. Por el contrario las quejas en redes sociales no dejan de aflorar en contra de los guionistas y directores actuales, incluso al punto de comparar la serie con otras que tuvieron un deplorable final, como Lost.

Durante la temporada siete, la serie gozó de la cantidad de unos escasos siete episodios, que no se justifican sino hasta el episodio final de la temporada.

El cual contó con una gran espectacularidad digna del cierre previo a la última temporada de la serie que, se supone es la mejor de la historia (o por lo menos la serie con el presupuesto más alto de la historia según los números). Ahora que conocemos el final de la serie, sabemos que todo el recorrido de los personajes quedó truncado, en post de un final conveniente y acotado.

Los primeros tres actos de la última temporada abarcan toda la batalla contra el Rey de la Noche que cruzó el muro con su dragón de hielo para arrastrar con su maldición a todos los seres vivos de Poniente. Frente a esta enorme amenaza, Jon Snow y compañía se las arreglaron para salir airosos en una batalla (llena de bruma), pero aun así épica.

Si bien los diálogos fueron cada vez menos elocuentes, y las situaciones se volvieron más obvias para los personajes, el apurado cronograma de la serie podía perdonarse por la espectacularidad entregada, pero su final estuvo lejos de agradar.

Un final con sabor a poco

Durante sus dos episodios finales la serie sufrió una enorme caída de la calidad, tanto argumental como a nivel de dirección. Desde momentos absolutamente faltos de musicalización, hasta el punto de poner personajes como Tyrion Lannister en el escenario más ridículo posible, entregando una muerte muy forzada y poco elaborada a personajes que merecían despedirse con bombos y platillos de la serie por su protagonismo.

Las incoherencias finales concluyeron en la muerte de la nueva reina loca, Daenerys Targaryen, y en su reemplazo por el voto popular.

Entregando al trono al rey roto Bran, el cuervo de tres ojos que se creía su relevancia, terminaba con la guerra entre vivos y muertos. Un final menos espectacular fue el del héroe de Westeros Jon Snow, quien en realidad era el legítimo heredero al Trono, pero fue desterrado a las afueras del castillo negro, luego de haber salvado a los vivos del Rey de la Noche, y a los siete reinos de la locura de Daenerys.

Finalmente, el resto de los personajes como Bron, Sam, y Sr. Davos formaron el nuevo consejo de Kings Lading, y el resto de los personajes como Gusano Gris y el ejército de inmaculados terminaron huyendo a su tierra natal. Mientras que Sansa Stark permaneció como reina de las tierras del norte y su hermana Arya se aventuró en un viaje a zonas inexploradas. El resto de los personajes no tuvieron demasiado brillo, lo que dejó un tinte más amargo que dulce, en este apresurado final de Juego de Tronos.