Seguramente te ha pasado que inexplicablemente quedas de verte con alguien a quien en realidad no querías ver – ya sea en plan de amigos o formalmente, en el caso de una cita -. Hasta puede ocurrir que después de colgar el teléfono o de despedirte de este individuo, aún no te haya caído bien la idea de lo que hiciste y cuando al fin caes en cuenta, lo primero que te preguntas es ¿Cómo fue que te metiste en este problema? Sabes que tienes la solución en las manos, pero lo cierto es que te da pena hablar con la verdad y simplemente decir “No” (“no quiero”, “no puedo”, “otro día”, “luego nos llamamos”).

Ante esto, solo hay dos caminos que puedes tomar…

El primero consiste en aguantarte y cumplir con lo dicho; es decir, acudir al compromiso y soportar el martirio; el segundo tiene que ver con la jardinería. Si, aunque no lo creas, tendrás que volverte una estrella para plantar, como tu capacidad de negativa se ha nulificado, hay que compensar la pérdida volviéndote una experta en el arte de las excusas, para evitar salir con un plasta.

Los no correspondidos

En los casos del corazón, cuando nunca falta el detestable enamorado, no hay de otra más que ser honestas desde la primera ocasión. Es obvio que es muy fuerte, pues estas bateándolo con todo desde el principio, pero es preferible eso a las falsas esperanzas.

En un inicio, el tipo te puede llegar a odiar, pero a la larga, en lo más profundo de su ser, te lo agradecerá.

Hasta aquí va la parte linda y decente, pero ¿qué pasa cuando estas frente a un obsesivo? Por más que lo intentas, no te deja en paz; te sigue llamando para una cita y te busca día y noche. En este caso, hay que ser muy creativas para no destrozarle el corazón en mil pedazos, o sea, echar mano de los cuento de las Mil y una noches, en versión de excusas, hasta que el iluso entienda.

La verdad siempre sale a relucir

A pesar de que muchas veces subestimes a los demás, hay que tener en cuenta que la gente no es tonta, y que todos tenemos un sentido común que nos indica cuando alguien nos está mintiendo. Puede ser que – equivocadamente- estés cantando victoria de que alguien se creyó tu pretexto, cuando en realidad nunca se tragó el anzuelo.

Qué pena. El consejo aquí es decir la verdad (eso sí, suavizando un “no quiero salir contigo” con un “no puedo salir contigo por X cosa”), y jamás embaucarse en algo que no quieras, aunque sea un simple café.

Se sabe que a algunos nos cuesta más que a otros, pero negarnos desde el principio nos evitara la penosa necesidad de inventar cosas.