Me voy o me quedo. Un tema de repercusión social, económica o personal que actualmente retumba en oídos incluso a ciertos programas de tv, radio, cine, conversaciones, redes sociales y otros. Pero realmente el ser humano está preparado para salir de su zona de confort (círculos sociales, jornadas laborales relajadas, Economía informal, trabajo por su cuenta) muchos aspectos de su vida tendrían por obligación que cambiar y modificar modos de vida de existencia de relacionarse o mejor dicho, lo que llamamos en este siglo "paradigmas adaptativos”.

Según estudios recientes, muchos buscan salir de su lugar de origen en miras a mejorar estatus socio-económico, otros a probar suerte y algunos pocos por situaciones familiares.

Pero el grueso social que sale lo hace por moda, influencia o falta de decisión impulsados por otros. La mente juega un papel súper importante en este punto, ya que si se está bien cómodo, seguro y solvente no hay "necesidad" de dejar eso por aventurarse a lo desconocido. Esto último produce miedos, estrés, inseguridades, temores, angustias, enfermedades emocionales que no tienen razón de ser.

Qué cantidad de personas están preparadas

Actualmente se estima que un tanto por cien de la población en edad útil proactiva profesional capaz y autosuficiente ha dejado sus raíces en comparación con otros años.

Esto derivado de crisis sociales, económicas y culturales que día a día se incrementan ¿pero que país está exento de esto? ¿Existe una receta para librarse de ello? Respuestas a estas interrogantes según expertos no hay. Como en todas las familias, solo quien habita en las casas conoce las goteras de las mismas. Una sociedad, una nación, un país no se construye dejándolo solo.

Nadie logra levantarse sin una mano amiga, entonces si esto está claro, ¿por qué la gente sigue saliendo del país? ¿y por qué los que se quedan se lamentan o no terminan de tomar una decisión? Ciertamente desde esta perspectiva todos los planteamientos e interrogantes son opciones validas y respetadas: irse o quedarse será siempre una buena decisión si quien la toma es consciente de la misma, con conocimiento de causa.

Asumiendo las consecuencias que pueda representar y con la determinación de que si sale o se queda debe dar y demostrar lo mejor de su país. No hablar de gestión de gobierno, ni políticas sociales o económicas. Hablar del empuje que tienen sus coterráneos, de su idiosincrasia, optimismo, ímpetu de lucha, deseos de demostrar que se es más de lo que la gente cree, dejar en alto la bandera, su tierra, sus raíces. Porque si se va o se queda siempre será el mismo, su nacionalidad la lleva en el corazón.