Seguramente alguna vez te has preguntado si es bueno ser fantasiosa y la verdad es que no se tiene una idea clara al respecto. Hay veces en las que es bastante divertido y te ayuda a pasar un buen rato. Tal vez o incluso puedas escribir o dibujar sobre lo que te imaginas. Pero hay otros días que terminas jurando que en la vida no vas a volver a permitir que la Fantasía tome las riendas de tu vida.
Como cuando antes de ir a una fiesta, te imaginas que conoces al amor de tu vida (con el cual vives un romance de película), y claro que al llegar, solo te encuentras con que tu ex ya tiene otra novia.
Entonces, te sientes ingenua y totalmente fuera de este mundo. Y no solo es que sueñes con encontrarte al hombre perfecto en casa de tu amiga, sino que en general, siempre estás pensando en cosas que en nada se parecen a lo que piensa el resto de los habitantes del planeta.
Todos fantaseamos
Ser fantasioso es normal. Pero así como no hay una persona que sea idéntica a otra, tampoco existen dos fantasías iguales. Lo primero que te conviene saber es que todos tendemos a fantasear un poco. Es una característica del ser humano. Lo que sucede es que algunos tienden a hacerlo con más frecuencia que otros.
Los problemas, pues, no se presentan porque seas o no fantasiosa. Más bien se originan cuando pierdes la perspectiva.
También muchas personas se preguntan: ¿para qué sirven fantasear? Si no tuviéramos la capacidad para hacerlo, veríamos el mundo plano y bastante descolorido. El fantasear nos permite abrirnos a nuevos puntos de vista. De hecho, para ser creativo se necesita ser así. Todos los grandes creadores requieren de la fantasía para llevar a cabo una obra.
Pero, ¿cuándo se vuelve un problema?
Si en lugar de andar con un chico de carne y hueso prefieres imaginar que conoces a Brad Pitt o a Maluma, o si en lugar de aceptarte como eres prefieres dedicar gran parte de tu vida a imaginar cómo sería siendo lo contrario, entonces la fantasía puede volverse un problema. Los excesos siempre son malos y así como vivir sin fantasía es complicado, también es grave hacer a un lado la realidad.
En otras palabras, ser fantasioso es dañino cuando pierdes la perspectiva y lo utilizas para evadir la realidad. Siempre va a haber cosas que nos resulten desagradables, pero la solución no es fingir que no existen.
Y si originalmente la fantasía es una herramienta para la creatividad, aquí ya no funciona así y terminas matando tu espontaneidad. Cuando prefieres la fantasía a la realidad, estás limitando tu mundo. Del mismo modo, comienzas a esperar cosas de las otras personas que nada tienen que ver con ellas. Es ahí cuando empiezas a llevarte varias decepciones que pueden terminar deprimiéndote. Por eso, todo con medida.