Hace algunos años, pensábamos que era cuestión de títulos, como si de la nobleza se tratara, el garantizar un futuro laboral y una jubilación, que te de una estabilidad económica, para poder vivir tranquilamente sin tener muchos problemas a fin de mes y poder alimentar a tus hijos. Pero la situación ha cambiado hace ya tiempo, en un país envejecido, en los que los cementerios se llenarán de ocupantes que basaron su vida en la ley del puño cerrado (Los más ricos del cementerio), tenemos una nueva situación de pobreza, una nueva forma de masoquismo popular en el que nos vemos profundamente sumergidos.

Si levantásemos la vista y viéramos un poco más allá de nuestras narices, no hablamos de esfuerzos faraónicos, apenas unos metros descubriríamos que una parte grande de la población que nos toca de cerca, pretende subsistir con una media de 600 euros al mes, con una hipoteca y dos hijos y con estado civil soltero.

Si eres un estudiante al que le han vendido la formación no remunerada con fines didácticos en el mundo empresarial, que sepas que también puedes encontrar este nuevo género desventurado, que trabaja en empresas de trabajo temporal (ETT) por una cantidad miseria, para poder pagar un par de potitos para sus hijos.

La edad de esta nueva tendencia, ronda entre los 40 años y los 60. Trabajadores cualificados con varios títulos universitarios, idiomas y experiencia laboral, el manual para una vida perfecta vaya.

Pero que, por el desacierto de este mercado empresarial, cada vez más extendido, pudiéndose llegar a considerar pandemia, les resulta inexistente ese crédito laboral que se han trabajado durante muchos años.

Ya ven no todos los problemas de empleo atañen a la generación Y o “Millenial”.

Y hablando de próximas generaciones y declive, si una persona de una edad, llamémoslo estable, en el plano profesional, sin entrar en el foro sentimental de cada uno, las está pasando canutas, como dirían, los que venimos detrás que se supone que vamos a mover el mundo y toda aquella parafernalia ¿Que haremos cuando terminemos el grado universitario y entremos en el mundo empresarial?

Esta idea me aterra, y más en mi caso, no solo porque es del que más constancia tengo y el que más fuertemente padeceré en cualquier caso, sino por la tercera edad que nos espera. En mi gremio abundan los profesionales que no cotizan el mínimo permitido para poder jubilarse cobrando una ínfima pensión, y es que tan grabe es el caso que podemos ver actrices que mueren en activo después de una vida entera dedicada al arte como fue Marivi Bilbao, que en paz descanse, que entrego cuerpo y alma a su carrera profesional, aunque sospecho que no solo por amor al arte.

Con este se plantean dos dilemas; ¿Hay demasiada carne blanda entre los mainstreams? y ¿los que venimos siguiendo la estela de aquellos que nos preceden correremos la misma suerte o nos tendremos que poner en lo peor? Tiemblo en mi asiento, como Iñaki temiendo ser detenido por su nombre vasco, allá por los 80.

Como conclusión

Al final, lo único que saco en claro, es la falta de visión positiva en el ambiente que siempre predomina entre la población, y que se ha convertido desde el primer momento en atemporal, falta de visión que dependiendo del pie con el que me levante defiendo o desprecio y que defiendo o destierro a título personal. ¿Qué podría pasar mal en esta vida tan justa, verdad? Nunca se nos ocurriría decir que nos va fatal y que es el fin de la civilización. Eso se lo dejamos a los expertos estadísticos.