A nadie le resulta fácil tener que perder a un familiar, quizás es una de las experiencias más dolorosas de la vida. Pero más allá del dolor y del mal momento se encuentra un enorme vacío en el corazón del doliente imposible de llenar pues cada persona es única y no hay forma de reemplazar una persona por otra.

Quizás uno de los casos más dolorosos es cuando quien parte es una persona joven, estos casos generan a la familia un gran dolor porque piensan todo lo que les falto por vivir y compartir al lado de la gente que los amaba. No hay palabras que consuelen a sus familiares.

La pérdida de un familiar querido cuando se trata de los padres, o un hijo además de hacer sentir a la persona el dolor normal de la perdida, es posible que comience a desarrollar dentro de ella una profunda depresión que le haga permanecer estancada en el día de la muerte de la persona amada. Por ejemplo unos de los casos más difíciles de superar es la pérdida de un hijo o del esposo, la madre o la esposa pueden llegar a estar tan tristes que a diario pareciera suceder la perdida que las marco ya hace un tiempo atrás.

Renueva tus pensamientos

Sanar ese dolor no es tarea fácil, pero lo más importante es que la persona afectada quiera sanar y continuar con su vida lejos de la depresión. Es posible que las personas en profundo duelo se aíslen de la sociedad, los amigos y las actividades que habitualmente hacia antes.

Por eso se recomienda que salgan a lugares alegres, a disfrutar de la naturaleza, o simplemente a tener una buena conversación con una amistad de su agrado. Eso les permitirá pensar en otra cosa y así ir quitando poco a poco el peso del dolor.

Haz un ejercicio para aceptar lo que pasó

Sin tener que juzgar si era justo o no lo que paso, quizás culparse por no haber estado más cerca del ser amado o preguntarse lo que hubiese pasado si la persona siguiera con vida, es importante que el familiar dolido acepte más allá de su entendimiento que no hay un tiempo obligatorio en el que las personas mueran, simplemente un día sucederá y la mayoría de las ellas no estarán preparados para ello.

Las personas no tienen el poder en sus manos de decidir cuando morirán, la muerte incluso se cree que es parte de la vida pues todo ser viviente un día morirá. Si de algo nos puede servir una experiencia como lo es una dolorosa perdida, es para amar a los que aún están con nosotros permanecer más cerca de ellos y tenderles la mano cada vez que lo necesiten.