Cada persona es diferente, es cierto. Pero a veces sucede que por falta de experiencia o por otras razones, volvemos a caer en una misma situación una y otra vez. Así que el primero paso es analizar que pasa cada vez que sales con un chico. ¿Qué elementos tienen en común? ¿Su forma de ser? ¿Siempre son ellos lo que te cortan a ti o ya no vuelven a llamar sin dar alguna explicación de por qué decidieron hacer un acto de escapismo? O bien, ¿resulta que tú los terminas después de que te dejan de llamar la atención y son unos “sapos” en toda la extensión de la palabra y que se la pasan haciéndote sentir mal?
Así que fíjate con cuidado porque puede suceder que en parte ahí encuentren una pista para aclarar que pasa con tu vida y también entran las actividades que tomas. Si lo que te ocurre es que sientes miedo a que te terminen, porque en ocasiones te surge una que otra duda sobre que tanto puedas valer la pena. El caso es que te propones a hacer de todo para que esta vez sí funcione y que el chico no se vaya. (Lo cual en ocasiones, incluye tal vez ponerte un poco a que te lastimen.), formula que como posiblemente has comprobado, no resulta ser del todo eficaz.
Un amor que asfixia
Resulta que solo llevan dos semanas saliendo y tú ya te enojas porque salga con sus amigos del alma sin llevar a la novia.
Lo cual estaría muy mal si nunca saliera contigo, pero no es este el caso. Por su puesto que quieres que te llame casi a diario y que pasen todo el tiempo juntos. Bueno, aquí tal vez estas exagerando un poco. Pero lo que es realidad, es que no puedes pedirle a alguien con el que apenas estas saliendo que se comprometa tanto.
Y del mismo modo, no puedes absorber a las personas. Pasar 16 horas diarias juntos no es sinónimo de amor. Ni lo es tampoco renunciar a todo y concentrarse solo en la otra persona. Así que hay que darse mucho espacio.
Para esto, solo basta irse con cuidado y no esperar actitudes que por el momento resultarían muy forzadas o irreales.
La experiencia
Hay que reconocer que en ocasiones entra en juego un factor desconocido, ajeno a nosotros que hace que las relaciones no funcionen como quisiéramos: este factor puede ser la edad, la química u otras circunstancias por el estilo, como son los cambios que se presentan a lo largo de nuestra vida que a veces hacen que seamos incompatibles con algunas personas.
De modo que no vayas a caer en eso de que todo es tu culpa, que nadie te quiere porque eres una perdedora, etc. Por un lado, puede ser que él sea el perdedor, o lo más probable, que simplemente resulto que no había tanta empatía como creían. Es un hecho científicamente comprobado que todos pasamos por uno que otro Romance frustrado. Es parte de la vida y no lo podemos evitar. Lo que va a marcar la diferencia entre madurar o no, es el aprender o no de una amarga experiencia.