Hace unos días fue mi aniversario, no sabía qué hacer, si celebrarlo o no. Hace un par de semanas fue el aniversario de un amigo mío y mucha gente no asistió, mi amigo se sorprendió y, a la vez, quiso dejar de celebrar ese día tan importante en la vida de uno.
Un aniversario no es un día más
Es el día en que decidiste nacer, ver el mundo, descubrir y empezar a crecer. Un día especial que hay que celebrar, que no hay que aburrir nunca y que hay que sonreír.
Esto no significa que los 359 días restantes del año tengamos que dejar de hacerlo, pero ese día es el más especial para ti.
A veces es difícil estar a gusto con todos y gustar a todo el mundo, pero los amigos, los amigos de verdad siempre están ahí, para lo bueno y para lo malo, pero sobre todo para ese día tan especial. Porque el día de tu aniversario necesitas abrazos, cariño, celebración y, si cae algún detalle mejor que mejor. Aunque no es lo más importante.
Así que, después de describir qué es un aniversario, me gustaría seguir con la historia con la que he empezado el relato. Mi amigo finalmente y después de ser empujado a celebrarlo, decidió convocar a los amigos más allegados; muchos de ellos lo decepcionaron y otros no, aunque ya sabía las personas que seguramente le dirían que sí.
Llegó el gran día y éramos cuatro personas, pero cuatro personas que nos llevábamos bien, que nos queríamos, que nos ayudamos y que deseamos verlos; aunque solo nos veamos una vez al año.
Mi amigo acabó muy feliz aunque un poco decepcionado. Llegó la celebración de mi aniversario, y decidí hacer una fiesta con mis amigos, los que a veces, solo vemos una vez al año, pero de los cuales sé que están aquí para lo que necesite: una sola llamada y me ayudarán en cualquier situación.
Éramos 9 personas, 9 personas que nos queremos mucho, que nunca fallan ese día. Personas a las que quiero como a mi familia, personas que creo que darían todo por mí, al igual que yo por ellos. Gracias a ellos pase una noche magnífica, llena de vivencias, de risas...
Aunque ese día también faltaban otras amigas a las que creía amigas. A veces la vida nos lleva por caminos difíciles y, por hache o por be dejamos de relacionarnos con un ser querido. A mí esto me ha pasado y creo que ustedes también se identificarán con dicha situación. Amigos a los que querías con locura, que eran una parte importante de ti, pero que te dejan de lado, que se enfadan, que no quieren saber nada más de ti. ¿El por qué? No lo sabemos, pero ahí está la cosa.
¿Quién no se ha encontrado alguna vez que se ha enfadado con un amigo? Todos, porque somos humanos. Pero esto no significa que no se pueda arreglar. Los humanos erramos muchas veces pero no todo el mundo es honesto, sincero e inteligente.
Por desgracia hay mucha falta de valores y esos valores hacen que perdamos la compostura, que no perdonemos y que dejemos de hablar con alguien o que la ignoremos.
En definitiva, que perdemos una bonita amistad por orgullo e incivismo. ¿A que jugamos? ¿A hacer daño? Realmente hacemos daño o nos hacen daño cuando alguien a quien considerabas muy especial y esencial en tu vida te falla o le fallas. Nos sentimos solos, desolados, tristes e incompletos. Sentimos que se acaba el mundo y que nadie nos quiere, aunque tengamos más gente alrededor.
La amistad se siembra, se reparte y se tiene que conservar
Y piensa que si alguien deja de ser tu amigo será por alguna cosa, no porque ya no te quiera o porque te hayas portado mal; sino porque esta persona sigue otro camino y no tiene que estar en el tuyo.
La frustración y el agujero negro en el que nos podemos meter no nos tienen que dar miedo. Estos agujeros de angustia, depresión e incertidumbre son momentos de reflexión y de crecimiento; momentos de debilidad, pero momentos donde aprenderemos de nosotros mismos y de los demás.
Llegará el día en que empezarás a ver el sol, la nube no siempre nos tapará. Solo nos tapará lo que nosotros queramos que nos tape. Acógete a la gente que tengas cerca, a las nuevas amistades, al sol, a la naturaleza. Todos estos detalles nos pueden hacer felices y no necesitamos esa pérdida, solo un poco de espíritu salvaje para sacar todos los recuerdos malos que nos invadan y para empezar a luchar por nuestro futuro: por lo que nosotros queremos y para quien se merezca acompañarnos en el camino.
Así que este texto se lo dedico a mis amigos: amigos de toda la vida, amigos temporales y amigos recientes que están aquí cada día para saber cómo estoy, para animarme cuando estoy triste, para sacarme una sonrisa, para reír juntos y sobre todo para caminar hacia un mismo camino.