Sé que voy a predicar en el desierto y que quizás sea poco popular lo que escriba en este artículo de opinión que me veo obligado a hacer, pero la triste realidad que estoy viendo en este tiempo, tras mi experiencia profesional de 15 años en este sector, es que los medios de comunicación convencionales están corrompiendo esta bendita profesión, y esto se ha convertido en un 'circo', condicionando la libertad de prensa y manipulando la verdad, la ética y la objetividad, ideales que quedan eclipsados por un periodismo subjetivo, ideológico y amarillista.
Quizás para muchos será una aberración lo que digo, y lo respeto. Por fortuna quedan todavía algunos grandes profesionales de este sector, que tienen ese espíritu indomable de sacar adelante estos nobles valores, incluso jugándose la vida y muriendo por ellos.
Pongo como ejemplo algunos de ellos en los que debemos fijarnos los periodistas y la opinión pública, si queremos una información libre, veraz, objetiva y ética: el reportero gráfico español José Couso, quien murió durante la invasión de Irak en 2003, Jordi Évole, quien recibió recientemente de forma merecida el Premio José Couso a la libertad de prensa por su espléndido programa Salvados, que refleja estos valores muy importantes que les explico, Enrique de Vicente, Íker Jiménez, J.J.
Benítez, Ana Pastor (La Sexta) o Samanta Villar, entre otros. Sin embargo, de estos profesionales de la comunicación ya quedan cada vez menos desgraciadamente.
Libertad de prensa condicionada y manipulada
Samanta Villar, una de las grandes periodistas independientes e íntegras, expresó recientemente una frase muy acertada en el programa televisivo "Chester in love", a la cuestión planteada por Risto Mejide sobre la si hay libertad de prensa en este país: "Sí hay libertad de prensa, pero hay que lucharla a brazo partido.
Te tienes que partir la cara con tus jefes para hacer tu trabajo bien". Se puede decir más alto, pero no más claro, aunque, en mi humilde opinión, la libertad de prensa no existe para todos, ya que algunos reporteros fueron despedidos por hacer su trabajo de forma honesta por tratar de revelar la verdad.
En la otra cara de la moneda, nos encontramos el tipo de periodistas que destruyen todos estos ideales de los que le hablo y que copan altos cargos en diarios importantes de tirada nacional, como Francisco Marhuenda, director de La Razón, o Eduardo Inda, director del diario digital Okdiario (anteriormente director en el periódico El Mundo y el Marca), quienes son dos tertulianos habituales del programa La Sexta Noche.
Ambos representan, con la falsa bandera de ofrecer un periodismo independiente y veraz, a la prensa ideológica y subjetiva (ABC, El País, La Vanguardia, entre otros, también entran en esta lista), ofreciendo informaciones manipuladas que desinforman a los lectores, y que hacen mucho daño al entorno periodístico. Este tipo de personajes han convertido esta profesión en un 'circo' y deshonran al colectivo de buenos profesionales que hay en este campo. En mi humilde opinión, el verdadero periodista debe ser independiente y no estar cargado de ideologías políticas.
Hago extensivo este periodismo desinformativo a algunas cadenas televisivas, que siguen los mismos parámetros, como La 1 y los canales autonómicos, todos ellos regidos por los partidos políticos que gobiernan nuestro país y las respectivas comunidades autónomas (TV3 es un claro ejemplo de ello en Catalunya).
En las emisoras radiofónicas ocurre tres cuatros de lo mismo. Evidentemente, sólo les he mencionado a los entes mediáticos españoles, aunque en el resto del mundo ocurre la misma historia. Hay que recordar que los medios de comunicación son considerados el cuarto poder y esto lo saben los emporios mediáticos influyentes, que usan todas sus armas para traer a la opinión pública a su terreno y la manipulan para sus intereses, ya sean políticos, sociales, económicos o de otra índole.
Intrusismo en las cadenas televisivas
Otro aspecto que me preocupa mucho dentro de este 'circo' en el que se ha convertido todo lo que rodea a los medios de comunicación de masas, es el intrusismo que hay a nivel profesional, sobre todo, en las cadenas televisivas, que, con el fin de conseguir una mayor audiencia, contratan a personas sin ningún tipo de experiencia profesional en el ámbito periodístico.
La mayoría son personajes famosos que proceden del mundo del cotilleo o de la prensa del corazón. Ya cualquiera se sube al carro de la fama: Belén Esteban, Kiko Hernández, Kiko Rivera, Conde Lequio y compañía. Y nuevos famosos que van saliendo al ver la bicoca que hay en la televisión.
Evidentemente, el problema no es de estos individuos, que saben perfectamente cuál es su papel en estos realities shows, como Sálvame, ahora denominado Deluxe, el más reconocido en estos momentos en España: entretener a la audiencia, y qué mejor hacerlo que montando espectáculos grotescos y poniéndose verdes, si se tercia, los unos a los otros, y lo mejor de todo, estando bien remunerados. ¡¡¡Bienvenidos al show de la farándula!!!.
Los mayores responsables de que triunfen este tipo de programas son los dueños de las cadenas de televisión y, aunque no sea muy popular lo que diga, la opinión pública, que decide verlos y hace que se disparen las audiencias, el reclamo supremo como negocio de los que dirigen estos emporios mediáticos. Tampoco me olvido de programas de similares características, como es el Gran Hermano, que creo que lleva ya 18 ó 19 ediciones (ni lo sé, ni me importa), o Supervivientes. En fin, no les voy a dar más protagonismo del que se merecen.
Desgraciadamente, por lo que se ve día a día, esto es lo que se vende en los medios audiovisuales, colocando estos programas en el prime time o en horarios de máxima audiencia.
En segundo plano, quedan programas o documentales muy interesantes de investigación en las distintas áreas realizados por profesionales del periodismo, que cada vez quedan menos, cobrando sueldos irrisorios respecto al trabajo impresionante que realizan y que son poco valorados por las cadenas televisivas. Sólo digo desde aquí que se respete más la figura del periodista profesional, que ve cerradas las puertas para demostrar su valía por falta de oportunidades ante el crecimiento del mal llamado periodismo, que engloba a la prensa del corazón o amarilla.
Lo más gracioso (o triste) de todo esto es que siempre se ha dicho, como es lógico, que para trabajar en un medio de comunicación o en cualquier otro empleo, necesitas la titulación, Todos los que han podido, han hecho un gran esfuerzo para ser alguien en la vida, como bien dirían nuestros padres o lo que dicta la sociedad, y para ello se ha tenido que gastar mucho dinero.
Es el principal salvoconducto para encontrar un empleo, aunque, visto como están las cosas hoy en día por el mundo, esto ya no te garantiza en la actualidad un trabajo, el que sea.
No se asusten, que no les voy a dar un discurso político de lo bien o mal que va el país en materia de empleo, aunque todos ya sabemos la respuesta si miramos a nuestro alrededor. En el campo de la comunicación, pasa lo mismo. Dado el intrusismo del que les comento, los periodistas profesionales tienen cada vez menos cabida en este 'circo' mediático y, los que tienen un mínimo espacio, deben luchar por las migajas que nos dejan los magnates de estas empresas de comunicación.
Por suerte, hay un sector inconformista e independiente que ha decidido valientemente 'lanzarse al vacío' y han montado su propia revista o plataforma de comunicación digital, o bien, trabajar para ellas de manera que pueden seguir desempeñando su profesión de forma vocacional y, lo más importante de todo, sin ningún tipo de censura, apelando a los valores innatos de esta profesión: la verdad, la ética, la objetividad y la libertad de prensa.
No tienen más que mirar por internet (mirando siempre páginas webs o blogs fiables) y verán que hay mucha más información veraz y sin tapujos sobre cualquier tema, incluidos los considerados tabús en pleno siglo XXI por los entes mediáticos corporativos. Cada uno que saque sus propias conclusiones.