Analizar algunos de los textos periodísticos y libros escritos por Enrique Meneses es como recibir una clase magistral de Periodismo. Por este motivo, y para los interesados en esta profesión, conocer la forma de escribir, el tono, el lenguaje empleado, mezclado con vivencias in-situ y opinión del mismo, es adquirir un híbrido de conocimientos que harán posible la homogeneización de una labor exclusiva: la del periodista.
"Ir, ver, anotar, grabar, volver y contarlo"
A los diecisiete años, Enrique Meneses Miniaty tenía bastante claro a qué se quería dedicar.
Con esta edad, realizó por primera vez un reportaje, cubriendo en 1947 la muerte de Manolete en Linares. Quizá el hecho de dedicarse al periodismo lo traía escrito en el ADN; nacer en la época del Crash, ser testigo de la Guerra Civil española, de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial en París... Consiguió así formar parte de acontecimientos históricos como la Crisis de Suez, el funeral de Kennedy, la Guerra de los Balcanes, etc.
La gran sorpresa, y no de buen agrado, es que este fotoperiodista, este gran maestro, forma parte de ese clan denominado "los olvidados". Siéntanse afortunados aquellos alumnos de periodismo, o cualquier otra persona desvinculada a esta profesión, que son conocedores de la existencia de Enrique Meneses, su trayectoria, sus fotografías, documentales...
pues en este país, parece ser uno más en extinción dentro del mundo periodístico.
La mano de Fidel nunca descansa
Una de sus famosas crónicas escrita en 1958, en Sierra Maestra (Cuba). Fue publicada en la revista Time y muchos años después, en 2001, en la revista Acreditados, al ser realizada por el único periodista capaz de adentrarse y vivir cuatro meses con los revolucionarios cubanos.
Basta con leerla para ser testigos de la capacidad de Meneses para detallar absolutamente todo, cada movimiento, cada acción ejecutada, tanto de él al colocarse con su cámara, como de las personas a las que retrataba. Otra de las virtudes de Enrique que le destacaban como buen profesional del Fotoperiodismo, era la necesidad de captar la realidad tal y como es, sin engaños ni manipulaciones, "no me gusta pedir a la gente que pose".
Se está perdiendo en esta profesión cosas tan hermosas como puede ser el hecho de fotografiar a alguien tal cual, de forma natural, sin retoques o puestas en escenas pre-organizadas. Esto afecta, claro está, al modo de escribir, pues en lugar de guiar por el camino de la verdad al público, conducimos al sensacionalismo y a la distorsión de dicha realidad, sucumbimos a aquellos empresarios con sed de dinero, dejando a un lado nuestro criterio y nuestra profesionalidad; motivo por el cual cada día creen menos en nosotros.
La curiosidad de la que gozaba Meneses era lo que le impulsaba a querer saber más y a buscar la verdad detrás de cada historia. Asimismo le era de gran utilidad para estar alerta de todo lo que acontecía a su alrededor.
"No quiero desalentar a nadie, pero el que nunca está listo para disparar cuando está trabajando sobre un tema debe cambiar de profesión".
Guiado por ese espíritu inquieto e independiente, consideraba el periodismo un 70% de paciencia, un 20% de técnica y un 10% de suerte. Capaz de humanizar, de ponerse en la piel del otro y de que el lector o el público en general se posicionara en su lugar. Se preocupaba por no perder detalle alguno de sus fotografías, tal era la minuciosidad de su relato, que cualquier persona podría sentirse partícipe de lo que retrató aquella noche en Sierra Maestra junto a Fidel Castro. Si la crónica periodística es un tipo de redacción que se caracteriza por relatar de manera ordenada y detallada ciertos hechos o acontecimientos, Enrique Meneses lo cumplía a la perfección.