Más de 200.000 mujeres fueron obligadas a prostituirse durante la Segunda Guerra Mundial en los burdeles del ejército imperial de los territorios nipones. Los únicos datos que se tení­an de estos hechos eran los testimonios de las propias víctimas y las fotografí­as tomadas en la época.

Un vídeo que muestra a las mujeres

Esta situación ha cambiado pues los investigadores de la Universidad de Seúl han conseguido, tras dos años de búsqueda en archivos estadounidenses, el primer vídeo que demuestran las atrocidades cometidas en la época. Consta de 18 segundos de duración, donde aparecen las mujeres en fila hablando con un soldado.

Se muestran asustadas y preocupadas por estar recluidas, descalzas y sucias.

Las imágenes del vídeo coinciden con unas fotografías tomadas por Edwards C. Fay (sargento estadounidense), que fueron publicadas en el año 2000, tomadas junto al burdel de Songshan. Al menos dos de las mujeres que aparecen en la grabación se muestran también en las fotografí­as antes mencionadas. Las "mujeres de consuelo" o "mujeres de confort" (según las llamaban los militares japoneses), fueron obligadas a realizar trabajos sexuales para dichos militares y, aunque en su mayorí­a eran coreanas, también existí­an de nacionalidad filipina, taiwanesa y china. Se calcula que fueron liberadas en 1944 y solo 38 de estas mujeres siguen vivas en la actualidad.

Una herida histórica que no cicatriza

La relación entre Corea del Sur y Japón sigue siendo complicada en la actualidad por este y otros asuntos que a lo largo de la historia han ido en aumento. En 2015, Japón se comprometió a pagar 7,7 millones de euros por los daños causados en un acuerdo bilateral donde pedía disculpas tratando de indemnizar a las víctimas.

Los coreanos no ven que este gesto afecte directamente a dichas víctimas y no se conforman con el dinero para olvidar lo ocurrido. En enero de este año, Japón retiró a su embajador en Corea del Sur por la colocación de una estatua de una mujer de consuelo en frente del consulado japonés por parte de los activistas coreanos en Busan.

Esta no es la primera estatua con estas características, pues ya se instaló otra anteriormente en el consulado japonés de Seúl.

En mayo, también de este año, los surcoreanos no aceptaron el acuerdo de 2015 y trataron de renegociarlo. La relación entre ambos paí­ses es conflictiva y lo seguirá siendo por no llegar a un acuerdo, demostrando así­ que las heridas históricas no son fácilmente olvidables y que el dinero y el tiempo no solucionan los daños cometidos en el pasado que afectó a la dignidad y moral de estas 200.000 mujeres.