Corría el año 1347 cuando una plaga mortal se extendió por todo el continente europeo. Se calcula que en dos años y medio murieron más de 25.000.000 de personas a causa de la mortal enfermedad, lo que suponía más de un tercio de la población europea por aquel entonces. La epidemia afectó a más del 80% de la población europea. Más tarde, sería conocida como la peste negra.
Primer caso de peste negra
El primer caso registrado fue en octubre de 1347.
Barcos genoveses regresaban de Crimea tras realizar intercambios comerciales, al llegar a Sicilia, prácticamente todos los marineros habían muerto. Los médicos eran incapaces de pronosticar con precisión la enfermedad. Los marineros que llegaron con vida a Sicilia, murieron en menos de un día. Ninguno de los pasajeros sobrevivió. La población, aterrada por la implacable enfermedad, comenzó a delirar. Consideraban que era un castigo divino, se convocaron multitudinarias procesiones, se realizaron penitencias e incluso, los médicos de la época renunciaron a tratar a los enfermos ya que creían que lo que se debía curar era el alma y no el cuerpo.
La pestilencia afectaba a todos por igual y se extendía por todo el territorio italiano a una velocidad de vértigo. En Florencia, el 80% de la población murió. Los síntomas de la mortal enfermedad eran grandes dolores de cabeza, forúnculos por todo el cuerpo, una sed insaciable, dificultades para respirar, delirios y tos seca.
La "peste morada" llega a España
Ahora, en España, asistimos al rebrote de la gran enfermedad. A diferencia de la peste negra, la peste morada sólo afecta a la mente y no al cuerpo. Los más vulnerables a contagiarse son los amargados, fracasados e ignorantes. Los síntomas son utilizar esa basura infecta conocida como lenguaje inclusivo, que consiste en decir nosotros y nosotras, ellos y ellas, todos y todas.
También se les reconoce por delirios de grandeza, por inventar países en base a una historia que jamás ocurrió. Los afectados renuncian a tener un criterio propio para conseguir la falsa aceptación de una manada de iletrados que se forman a golpe de tweet.
Observarán también, que la peste morada se contagia fácilmente entre los más jóvenes, que todavía no han aportado absolutamente nada a la sociedad, pero creen merecer todo por el mero hecho de existir. Se dedican a dar lecciones de moral a los más viejos del lugar y a opinar de todo sin saber absolutamente nada, al mismo tiempo que, en caso de encontrarse acorralados, utilizaran el socorrido mecanismo de llamarte fascista. Sus delirios les impiden ver la realidad, afirman vivir en Liberia y consideran los países más viles y pobres, como referentes de progreso y libertad.
Al igual que la peste negra, afecta a todos por igual, desde grandes fortunas hasta los más pobres, se convierten en víctimas del adoctrinamiento. Pero a diferencia de la gran mortandad, esta sí tiene cura. La receta es simple, pero requiere de un esfuerzo sobrehumano para aquellos que han caído en brazos de la peste morada: leer.