Cada día que pasa, la tecnología es más avanzada y existen nuevos aparatos con los que poder comunicarse de diversas formas. Niños y adultos ya son expertos en el manejo de smartphones y tabletas, compartiendo sus vidas para que el resto del mundo pueda ver la felicidad que poseen o que aparentan poseer. Pero estas facilidades siempre vienen con un lado negativo y no es bueno fiarse de las novedades que traen consigo estas tecnologías. Empezando por el WhatsApp. El último dato conocido de esta forma de comunicación social es que 50 personas de 15 países distintos han sido detenidas por distribuir pornografía infantil a través de esta plataforma, de las cuales 11 son españolas.

Los problemas de internet aumentan

Malware, Ciberacoso, Grooming... Cualquier nombre es válido para mencionar este peligro que tan presente tenemos, pero que aparece sin avisar cuando ya es tarde para encontrar una solución. Nos hemos introducido en un mundo en el que la apariencia es lo más importante, más incluso que la propia vida, donde la opinión del resto nos importa y nos sometemos a ella dejando la nuestra propia a un lado, olvidando nuestra esencia y quiénes somos.

Las plataformas son utilizadas con otros fines cuyas intenciones en algunos casos llegan a ser peores. Hay que recordar que nuestra tableta tiene introducida todos nuestros datos y que no sabemos ciertamente dónde son dirigidos.

"He leí­do y acepto todas las condiciones de uso", es la nueva frase de moda, comparable con cualquier anuncio publicitario que nos hayamos aprendido de memoria por verlo repetidas veces en televisión.

Una posible solución

Al parecer, no nos estamos concienciando del peligro que podemos sufrir. Hace unos pocos meses, en un instituto de Torrejón de Ardoz (Madrid), una profesora le dio un mensaje muy importante a sus alumnos haciendo un dibujo y pasándolo por WhatsApp con el mensaje: "Ayúdame a recorrer el mundo, soy Nico".

Dicho dibujo llegó hasta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumpliendo con el objetivo de este experimento de demostrar a los estudiantes que las imágenes se viralizan más rápido de lo que llega a propagarse el fuego, sin saber quién puede tenerlas en su posesión.

Los escándalos son cada vez mayores, las denuncias más abundantes y el peligro seguimos sin verlo.

Hoy son 50 detenidos por divulgación de pornografí­a infantil que mañana puede ser la consecuencia de un suicidio. En pleno siglo XXI no somos conscientes del poder que tiene Internet y el peligro para nuestra sociedad, inocente y confiada.