Que el poder corrompe no es una novedad, más si tenemos en cuenta que acceder a él siempre es un camino engorroso de alianzas, estrategias y disciplina, tres términos muy adaptables a una esfera militar, como también lo son el hacerlo en nombre de la patria o la revolución.
Es moda, la gente se aburrió del verde
América, toda a lo largo de su historia Política, ha tenido de estos personajes casi tanto como para hacer dulce. Pueblos sumidos en la ignorancia y pobreza siendo caldo de cultivo tanto para la derecha como para la izquierda. Que la pobreza es usada a favor de los poderosos tampoco es una novedad, pero jugar a la guerra desde un sillón privilegiado es, al menos, muy peligroso.
Así operan ellos para lograr aferrarse al poder, difundiendo el terror entre la gente de que serán invadidos y buscando al enemigo poderoso que llegará desde lejos para someterlos eternamente y ellos como hidalgos y valientes salvadores subidos en una colina divisarán el camino para guiar a su pueblo como un pastor a su rebaño. 2017 y aún hay gente que cree en algunos de estos personajes, que con cadenas de televisión y radio y utilizando exactamente el mismo método de los pastores de iglesias que ven llegar a lucifer cada día, manipulan a su antojo a los pueblos ya cansados de dictadores disfrazados de políticos.
"La educación nos hará libres"
"La educación los hará libres" dice una popular frase que poco se aplica por las tierras de la América, cuando su líder fomenta la creación de tropas y no de escuelas, algo está mal en un pueblo.
Cuando no era el oro Inca, era el caucho, el petróleo y probablemente en algún momento será el agua, siempre habrá razones para militarizar constantemente los países más pobres, porque los países ricos las fabrican y tienen que venderlas a alguien y quien mejor que el dictador de turno con ansias de poder, gloria y dinero.
Cuando la derecha se junta con la izquierda es en las armas siempre, ambos las necesitan, unos para derrocar y otros para perseguir y no ser derrocados, así funcionó por siempre, mientras tanto el pueblo mira se esconde y si puede huye.
Pero el poder tiene su talón de Aquiles, la vanidad como un pecado casi perfecto para hacer caer gigantes se les mete en las venas y los hace creer inmortales y todopoderosos, porque no existe un Rey humilde y es allí donde los errores los encaminan a su propia caída, pero seguramente un nuevo dictador hablando en nombre de la patria y con atuendo verde ya está trabajando en las franjas de pobreza creando adeptos para su nueva revolución.
Es la rutina del mundo. A rey muerto, rey puesto.