Dos directores, Joachim Rønning y Espen Sandberg, quienes destacaron con la cinta noruega Kon-Tiki, y Jeff Nathanson, guionista que ha trabajado con destacadas personalidades como Steven Spielberg o George Lucas, deberían garantizar, al menos, una aceptable continuación de la franquicia de piratas de disney, pero nada más lejos de la realidad. Si la cuarta iteración de estos personajes fue una para el olvido, esta va mucho más allá, y directamente se hunde en su propia pereza; se revuelve en ella con gusto, sabiendo que, haga lo que haga, Johnny Depp salvará la recaudación.
Un mal pirata soy…
Piratas del Caribe no captó mi atención en su día. Se trata de una película que me ha ganado con el paso de los años, a cada visionado que le daba, hasta al considerarla como una cinta destacable; una aventura encomiable, sencilla, y, sobre todo, muy divertida. Sus secuelas, en cambio, desinflaron esas sensaciones, hasta condenar a la saga al olvido después de la cuarta entrega.
Esta vez, La Vengaza de Salazar llega para rematar la faena, con la adhesión de dos nuevos actores protagonistas al universo pirata de Disney: Brenton Thwaites y Kaya Scodelario. El primero es un muchacho con altísimas carencias actorales, inverosímil, y muy poco natural, a quien ya vimos en Maléfica como el olvidable príncipe Felipe; y la segunda es una joven promesa, conocida por su presencia en El Corredor del Laberinto, y que se esfuerza enormemente en conseguir hacer justicia a un guion casual.
La historia une a estos dos nuevos héroes junto a un Johnny Depp que parece parodiarse a sí mismo a estas alturas, y nos lanza a una historia tremendamente banal; con un villano, Salazar, salido de la nada, e interpretado por un Javier Bardem con pocas exigencias para su personaje, y eso se nota.
Se trata de una película formada por un aluvión de escenas muy absurdas, como un carromato de caballos que logra, sin mucho esfuerzo, arrastrar todo un edificio a través de una ciudad; o un Capitán Sparrow que surfea arrastrado por un tiburón zombi; o cómo sortean una muerte segura amarrando una cuerda a una roca y virando el navío con inercia; o una gigantesca ancla, veinte mil veces más larga que el barco que la sustenta, que arrastra a los héroes a través de una apertura en el océano cual Moisés separando las aguas… y ahora que lo pienso, ¿cuántas veces van a usar el recurso de una cuerda, o similares, tirando de los personajes, en esta película?
La franquicia de Piratas del Caribe siempre ha tenido fantasía en sus historias; pero es que en este caso lo exageran enormemente: hay muertos vivientes, animales zombis, estatuas cobran vida sin venir a cuento; hay barcos que, literalmente, devoran a los navíos enemigos; confirman la existencia de Poseidón y su tridente; es demasiado.
Y todo ello distrae de un desarrollo nulo de personajes, que no conocemos por sus actos, sino por lo que se cuentan los unos a los otros. Y si hablamos del conocidísimo Jack Sparrow; nos encontramos al mismo pirata de siempre. Esto puede parecerles algo positivo a algunos espectadores, pero en favor de aquellos que abogan por el crecimiento de los personajes a lo largo del tiempo, diré que resulta exasperante ver que, después de cuatro películas, el capitán Sparrow no ha evolucionado ni un ápice; sigue siendo el mismo borracho, condescendiente, engreído y machista de la primera entrega.
¡Que pequeño es el mundo!
Piratas del Caribe 5 cuenta la historia del hijo de los Turner, protagonistas de la trilogía original, quien intenta liberar a su padre, interpretado por un desinteresado Orlando Bloom, de la maldición que contrajo.
Para ello, pretende buscar a Jack Sparrow y pedirle ayuda. Pasan los años, y en una pequeña aldea costera del caribe, por casualidad, todos los personajes acaban encontrándose por una u otra razón; incluida una joven, totalmente ajena a todo el embrollo, quien, fíjense qué curioso, tiene información valiosa sobre cómo romper la maldición… y agárrense porque aquí viene lo bueno; resulta que esta joven es la hija del Capitán Barbosa, personaje icónico de la saga. ¿Esto va en serio? ¿Acaso están intentando imitar el modelo Shakespeariano de crear un drama?
El guion transcurre de forma conveniente; cuando parece que les va a ir mal, ocurre justo lo que necesitan. La inclusión de Salazar como villano también responde a esa tremenda casualidad, con una justificación tan absurda que hace cuestionar el estado de embriaguez del guionista cuando escribió esa parte del guion.
Está forzado, metido con un calzador enorme. Parece más una narrativa de videojuego, que busca excusas para plantear nuevos escenarios y niveles, y que los personajes luchen contra los malos, en vez de presentarnos una historia de piratas digna.
Piratas del Caribe 5 es mala, muy mala. No puedo recomendarla, porque no veo nada que justifique las dos horas y media de metraje a las que me he sometido, cual castigo autoimpuesto, confiando en la redención de una cuarta entrega que ya apuntaba malas maneras. Desde luego, y con la honestidad que me otorga la libertad editorial; puedo decir que no veré ninguna más de los piratas de Disney.