El Caso Sloane se disfruta, muchísimo, en parte gracias a un guión escrito por el debutante Jonathan Perera, cuya inspiración en los trabajos de Aaron Sorkin son más que evidentes. Se trata de un filme rápido, vibrante, donde unos personajes pelean con fiereza por una causa: el apoyo o disconformidad con la ley de regulación de armas en Estados Unidos. El problema viene cuando sales de la sala, y piensas: “Vale, ha sido muy entretenido, pero ¿Qué me han querido decir?”.
Una lobista en un campo de minas
John Madden, director de películas tan conocidas como Shakespeare in Love, o El exótico hotel Marigold, firma un trabajo destacable, donde el ritmo no cesa y te mantiene en vilo, esperando llegar a la siguiente estación en un tren que va a toda velocidad.
Elizabeth Sloane es una implacable lobista en Washigton D.C., lo que podríamos llamar como “influencer” política, y ante ella se presenta el reto de su carrera: conseguir que la legislación a favor del control de armas en dicho estado se efectúe. Para ello, esta lobista debe recurrir a una serie de artimañas y juegos políticos, en un universo cuyos límites son dictados por la ética individual, y donde todo vale.
El fin justifica los medios, aunque estos te destruyan - es el tema principal de la cinta; visto desde la perspectiva de estos “influencers”. Jessica Chastain firma un gran trabajo como Sloane, mimetizándose en la descarnada ambición de este personaje, capaz de sacrificarlo todo y a todos con tal de obtener la victoria.
Sus compañeros de reparto, como Mark Strong, o Michael Stuhlbarg, son correctos, pero no destacan al nivel de la protagonista, en cuya figura se apoya toda la fuerza de la narrativa. Sobre todo, es una historia sobre el descenso a los infiernos de esta mujer, y su búsqueda, algo tenue, hacia la redención moral. Son personajes bien escritos, aunque Johnathan Perera, guionista, tira de algunas situaciones y momentos algo inverosímiles más propios de una película de espías: los personajes están constantemente observándose, y existe una paranoia por el espionaje ilegal.
¡Quién sabe! Puede que sea mi desconocimiento sobre ese mundo lo que me hace soltar una carcajada ante ese tipo de cosas, pero no puedo negar lo ridículo de ver a una cucaracha zombi espía, metiéndose en un coche para grabar el audio de dos políticos corruptos.
Fuera de ese tipo de detalles, se trata de un guion donde prima la conversación rápida, y puede provocar el caos inicial en los espectadores si no están atentos, además de haber ciertas escenas que no llevan a ninguna parte, y simplemente describen una y otra vez la personalidad de la protagonista - sí, nos ha quedado claro, es una despiadada ave de presa solitaria que ve a todos los demás como recursos a utilizar; deja de repetirlo, y muéstralo.
Pero en pocos minutos comenzarán a verse claros los objetivos, y la narrativa se encauza por un camino que estamos encantados de seguir.
Cuéntame algo que no sepa
El principal problema de El Caso Sloane es que apoya toda su fuerza en un personaje principal muy potente, y casi no lo culmina. Elizabeth Sloane es interesante, con diversas capas en su personalidad, y aunque despreciable, también es empática. Llegamos a entenderla, aunque no sepamos mucho de ella, y vemos como es consciente de su autodestrucción, de su dolor, pero el objetivo está por encima de ello. Son ideas muy buenas, que la película ignora en su punto álgido.
Llegamos a un momento, en el que después de este juego de tronos, la película nos permite escuchar las conclusiones a las que ha llegado Sloane; pero estas conclusiones apenas rozan la autocrítica, y se deslizan hacia la confesión de un gobierno corrupto, algo que ya sabemos.
Así pues, la cinta da un giro radical a su mensaje, y de pronto nos alecciona sobre las “ratas gubernamentales” que nos lideran, y que no debemos dejarnos engañar. ¿Qué me estás contando? Llevo toda la película siguiendo a personajes corruptos; indeseables malnacidos sin corazón, dispuestos a machacar a cualquiera que se cruce en su camino. ¿Crees que necesito que lo digas, literalmente mirando a cámara, para darme cuenta?
Entonces, la historia de una mujer en un mundo de hombres, donde es temida por su inteligencia, astucia, y tremenda falta de valores morales, deja paso a un mensaje más propio del populismo. Se siente como si quisiera abrir conversación, pero lo único que consigue es sacarte una mueca de incredulidad.
El Caso Sloane es disfrutable; es buena. Pero para cuando todas las ideas y temas que desarrolla deben llegar a su punto final, la película decide lanzarlo todo por la borda para sacar adelante un efecto sorpresa, que resulta demasiado conveniente, y aunque no me guste la expresión, una americanada.