España es un país que ha tenido dos experiencias republicanas fallidas. ¿Significa eso que ests un país monárquico definición? No tiene por qué. Para encontrar respuestas analicemos hechos acaecidos hace cuatro décadas y otros ocurridos en fechas recientes.
La legítimidad de la monarquía en España
Nadie pone en cuestión que vivimos en una democracia parlamentaria de corte liberal homologable con la de nuestros vecinos. Lo que no parece tan claro es que la monarquía española sea 100% legítima. En ni una sola ocasión desde la muerte de Francisco Franco los españoles han podido elegir entre monarquía o república.
Esto son hechos que pueden ser fácilmente constatados en cualquier libro de historia. Cuando los españoles votaron tras la muerte de Franco y un referéndum sobre Ley para la Reforma Política, lo hicieron para refrendar una propuesta, un paquete cerrado. No pudieron votar entre dos opciones. La sombra de la duda ha planeado sobre la familia real ya que esta ha sido impuesta de alguna manera. Nadie está diciendo que los Borbones habrían llegado a través de un golpe de Estado, pero es cierto que si Franco no hubiese dejado en testamento un rey, es posible que la segunda restauración borbónica nunca se hubiese producido. Es por estas razones que en los últimos años la monarquía sufre de crisis periódicas de legitimidad.
De alguna manera, no las tiene todas consigo ya que fue introducida con calzador.
Crisis de legitimidad de la monarquía
En los últimos años esta crisis de legitimidad solo ha hecho que exacerbarse. La abdicación deprisa y corriendo del rey emérito es una señal. Hasta hace relativamente poco el antiguo tenía por parte de la prensa y de la opinión pública casi la consideración de un semidios.
La exitosa campaña de marketing del propio Estado y de la ocultación deliberada de las vergüenzas y los escándalos por parte del mismo y de la prensa patria, hizo que la opinión pública tuviese una impresión muy favorable de la familia real (Eran modestos y cercanos, no derrochaban como por por ejemplo los miembros de la realeza británica, el rey era un gran embajador, etcétera).
Pero los asuntos de bragueta del rey emérito terminaron pasándole factura. El Corina Gate y la famosa cacería de Botswana pusieron en peligro la monarquía. El Estado, anticipándose a potenciales escándalos que pudieran haber sido una bomba de efecto retardado (Bárbara Rey y otras amantes, comisiones de las grandes empresas en el exterior, origen desconocido de la fortuna del rey, etc) actuó rápido y se puso en marcha el reemplazo de Juan Carlos de Borbón. Su hijo Felipe se hizo con la jefatura del Estado. De momento la monarquía sobrevive. A todo lo anterior hay que añadir la sentencia de la Infanta y de su marido Iñaki Urdangarín, que ha enfurecido a muchos españoles, pone de nuevo en tela de juicio la monarquía.
¿Nuestra forma de Estado a debate?
Es una auténtica lástima que muchos de los partidarios de la República intenten vender una III República asociándola a la II y todos los fantasmas que esta lleva consigo. Para cambiar de régimen es necesario un amplio consenso. La clave para vender la idea de una III República sería presentarla como algo normal. Portugal, Italia, Alemania, Francia, etcétera son repúblicas. Además faltan republicanos de derechas y liberales que se pronuncien en público a favor de la república. Debemos de empezar a ser normales. La idea es sencilla.