Como se mencionó anteriormente, Schopenhauer era un asiduo seguidor de quien era el filósofo moderno, no sólo de Alemania, sino de la cultura occidental: Immanuel Kant. Amparándose en las propuestas filosóficas de éste, Schopenhauer llegó a afirmar en sus escritos, que los objetos, como elementos contundentes de la otredad, no los conocemos por lo que estos son, sino por el cómo se llegan a presentar a nosotros. En este sentido, el proceso hermenéutico de la otredad, descubre su propia naturaleza.

La propuesta de Schopenhauer se refleja en el hecho de que el concepto y/o significación de voluntad, es la realidad última del objeto y en consecuencia, es esto lo que verdaderamente rige al mundo.

Ese hábitat en el que el ser humano se encuentra inmerso y en el cual se tiene que adaptar, no en una actitud de conformismo o adecuación de su propio destino sino en un sentido de pertenecer a algo que intente descubrir el propio individuo, dando como resultado, un estado de pesimismo proactivo.

Afortunadamente, encontró, según leemos en sus escritos, la existencia o posibilidad de enfocarse a dos vías de escape que le permita, no sobrevivir, sino escapar, de ese mundo más que caótico, horrible en el buen y total sentido de la palabra. Por un lado estaría el arte; y por el otro, el ascetismo. Más que dos caminos, estos son dos mecanismos de una actitud existencial.

En lo que respecta al arte, con ello se llega por y a través del placer, en tanto que goce estético y/o intelectual, que va más allá de una válvula de escape, como si el propio arte pudiera insinuarse como un acto de divertimento.

Va más allá esa búsqueda de placer, se enfoca en encontrarse el propio ser en esa interpretación sensitiva que propicia el arte mismo como acción creadora.

Por otro lado, el ascetismo, permite a sus practicantes, alcanzar el olvido del mundo caótico que es producto del goce alcanzado por el placer. Es decir, se da un salto al impulso de la sabiduría una vez que ha logrado redescubrirse en ese acto hermenéutico que propicia el arte.

Para lograr alcanzar el grado de ascetismo idóneo, se requiere de una meditación, concentración y desprendimiento del propio ser. Hasta aquí damos satisfacción a ese orden reflexivo que se planteó en este artículo, revisando la vida y la obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, ahora revisemos sus aportaciones.