No sabemos si esto acabará como en Catalunya, con la designación a última hora de un candidato de consenso, Carles Puigdemont, hasta entonces alcalde de Girona, como nuevo President de la Generalitat ante la imposibilidad de reelegir a Artur Mas, rechazado por las bases de la CUP, aliada de Junts Pel Sí.
Pero tampoco parece que aquí haya un desenlace diferente, ya que los partidos estatales, sobre todo los antiguos y más tradicionales, siguen obsesionados en conservar su parcela de poder.
Lo de que Mariano Rajoy dijese al Rey Felipe VI que no se veía capacitado para formar Gobierno, parece más una estrategia para que Pedro Sánchez se desgastara él solo y le quedara para él la alternativa cuando el Rey proponga nuevo candidato a Presidente si Sánchez no consigue nuevos aliados para su candidatura.
Ciudadanos, al decidir aliarse con el PSOE, ahora ya no tendría fácil hacerlo con el PP, que tiene más escaños que el partido de Sánchez, pero juntos tampoco suman los suficientes para una especie de mayoría absoluta. Tendría que haber una ruptura sonada entre PSOE y Ciudadanos para que los segundos propongan al PP alguna cosa.
Lo de la gran coalición, por mucho que el PP se empeñe y los viejos líderes del PSOE también, es imposible. Y más con el legado que el Gobierno Rajoy deja de su legislatura, con los escándalos de corrupción a los que patéticamente intenta echar tierra, como lo de Rita Barberà con su confinamiento en el Senado para evitar su procesamiento judicial.
En el PSOE, ven que Podemos, poco a poco, les ha comido terreno, aunque no tan fuerte como a IU, reducida a su mínima expresión. Por eso, sus viejas glorias como Felipe González se obsesionan en citar al partido de Pablo Iglesias con la palabra Venezuela unida como con Superglue. Por ahora les sirve, pero como se vio en las diversas elecciones del año pasado, la gente no pica.
Y más con la cada vez más conocida inclinación de Felipe hacía las clases altas.
En Ciudadanos, su situación, como he dicho, no da para muchas alternativas, al haberse comprometido con el PSOE, cuando parecía que el PP era el más indicado. Pero Sánchez, presionado por la “vieja guardia” de su partido, en la que se incluyen Bono y Leguina, aparte de la “nueva guardia” con la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, y ayudado por la negativa de Podemos a renunciar a su promesa electoral del referéndum en Catalunya, tuvo que negociar con el partido de Albert Rivera un acuerdo polémico, además, por su proposición de reducir indemnizaciones a trabajadores y no tocar la Ley Mordaza.
Y Podemos, no quiere salirse demasiado de sus ideas de cuando se fundaron, y lo demuestra el referéndum catalán.
Ha dado que hablar en el debate por algunas anécdotas puntuales, más de espectáculo televisivo, que por sus discursos, aunque en ellos dijeran muchas cosas que muchos pensamos, como la de la “cal viva” refiriéndose a Felipe González.
Los partidos nacionalistas (PNV, ERC, DiL, CC…) miran esto con perplejidad, aunque ven que les puede favorecer, por lo que han actuado con inteligencia. Han dicho sus opiniones como sintiéndose al margen, sabiendo que algún día vendrán a ellos los partidos estatales para pedirles que sean sus aliados, como ERC en una hipotética coalición PSOE + Podemos + IU.
Así está todo, por ahora. Hay que esperar. En “Polònia” de TV3 ya han parodiado las disputas PSOE-Podemos como en “Los Picapiedra”, y Pedro Sánchez gritando desesperado “¡Pablo, abre la puerta!”