Maite Esteban es una de las autoras más leídas y con proyectos realmente interesantes en sus Libros. Desde que comenzara a publicar, su actividad nos ha dejado con unos libros estupendos, donde las mujeres son las protagonistas y en donde se puede leer entre líneas el afán de superación y la valentía no solo de las protagonistas, sino de la misma autora. .

'Cuando veo sinopsis de libros que perpetúan el tópico de multimillonario que salva a joven pobre y desvalida, y no hay tema ni nada más, entiendo que no avancemos'.

- A menudo se habla de los clichés de la novela romántica y en tu blog has manifestado que es por algún tipo de libros que se regodean en ello, por lo que muchos pueden menospreciarla. ¿Cuál es el problema de este género literario?

'Tengo la sensación de que hay mucha gente que no ha leído una sola novela romántica escrita en los últimos años y se permite opinar. No tienen ni idea de que hay autoras fantásticas que escriben de maravilla, que miman la narrativa y que aportan, además de la historia de amor que es el centro de todo, un tema potente que sustenta la narración.

Sin embargo, todavía escuchamos, y yo lo he oído de la última mía, de alguien que no la ha leído, que son “cosas de amoríos”. En parte, cuando veo sinopsis que perpetúan el tópico de multimillonario que salva a joven pobre y desvalida, y no hay tema ni nada más, entiendo que no avancemos. Y eso se ve mucho en Amazon'.

- Eres una lectora de libros voraz, lo he podido comprobar en tu blog. ¿Quiénes son tus autores y autoras favoritos y por qué?

Siempre que me hacen esta pregunta pienso en eso de “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”. Me es imposible elegir. Una vez estuve pensando en una situación hipotética, si se quemase mi biblioteca y solo pudiera salvar un libro, cuál sería. La conclusión a la que llegué es que los sacrificaría todos, porque me costaría tanto tomar la decisión que, de pararme a decidir, acabaría yo quemada.

- También eres de las escritoras que siguen leyendo a los clásicos de la literatura. ¿Qué autores y autoras clásicos te han marcado incluso influido con sus libros?

Mis favoritos son Manrique, Fernando de Rojas, Quevedo –me fascina su ironía-, Lope de Vega, Galdós, Baroja, Unamuno y, por encima de todos, Machado. En mis libros siempre hay pinceladas, ideas que vienen de lo que leo. Manrique está presente en mí cuando redacto La arena del reloj, por ejemplo, y hace poco, repasando un manuscrito, vi a Rubén Darío entre las líneas de una descripción. Me gusta colar esto, más por mí misma que porque lo encuentre nadie.

Mi nuevo reto es publicar en tapa dura

- Allá por el año 2012 publicabas de forma autónoma y tu única aspiración era ser leída. Tus últimos libros han aparecido bajo sellos editoriales y eres de las escritoras con un mayor número de lectoras, así que esa meta parece cumplida. ¿Cuáles son tus nuevas metas personales?

El otro día lo decía medio en broma, medio en serio, pero un reto es publicar en tapa dura.

Todavía no he llegado ahí, pero soy de empeñarme en las cosas, así que puede que un día lo consiga. Y como sueño, me gustaría ver una de mis novelas adaptada al cine o a una serie de televisión. Me intriga el resultado. Sé que el lenguaje literario y el del cine son muy diferentes, pero precisamente por eso me gustaría, porque me fascina aprender.

- Tienes una relación muy especial con otras autoras a las que lees, reseñas e incluso admiras. Cuéntame cómo son para ti las relaciones, muchas veces online, con otras escritoras.

A lo largo de estos años he ido conociendo a mucha gente relacionada con el mundo literario y es inevitable que acabes estableciendo relaciones personales con algunas de ellas.

Pero no solo autoras, también autores. Hace poco recogí en mi blog la trayectoria de los escritores que están publicando ahora con quienes me siento muy vinculada y es curioso porque no estamos transitando por los mismos géneros literarios, aunque sí tengamos muchos rasgos comunes.

Es muy pronto para hablar de una generación literaria –y bastante osado, además-, pero hace un par de años leí un ensayo de Delibes, algo que escribió mientras publicaba, donde recogió la trayectoria de los autores con los que iba coincidiendo y hoy es casi de libro de texto. Pensé que no pasaba nada porque me parase a recoger quienes son mis compañeros.

- Dices que tu vida está plagada de casualidades, de cosas imposibles que te han sucedido hasta el punto de que el propio Alejandro Sanz te confundió una vez con una persona que conocía.

¿Crees en la casualidad? ¿Qué parte de casualidad hay en tu faceta como escritora o en tus libros?

Me confundió con mi hermana cuando éramos veinteañeros, nosotras hacíamos radio y él acababa de sacar su primer disco. Pero no sé si se puede considerar una casualidad, ella se parece tanto a mí que a veces, en su trabajo, le han llegado a dar la enhorabuena por sus libros. Bueno, los míos, pero que creen que son suyos.

Pero sí ha habido muchas casualidades en mi vida y en lo literario, quizá la más increíble es que Meg Ferrero sea la vecina de mi madre. Las dos nos conocíamos en persona, pero no nos habíamos contado que escribíamos. El día que lo descubrimos fue muy divertido.

Creo en la casualidad porque las he vivido y en Detrás del cristal las uso.

No lo volveré a hacer, la ficción no las admite. Bueno, igual sí lo volveré a hacer, pero me quedaré la historia para mí.

'Aunque sea una autora de romántica y parezca que es incompatible, también me leen hombres'

- 'La colina del almendro' es tu último libro y está teniendo una buenísima acogida por parte de las lectoras. Veo a diario como tú cuidas mucho esa relación con todas ellas. ¿Qué significa para ti esa relación tan humana y cercana con ellas y cómo puedes personalizarla de tal forma pese a la frialdad de las redes sociales que es el canal de comunicación entre vosotras?

Lectoras y lectores. Es algo que me encanta señalar, me leen hombres, aunque sea una autora de romántica y parezca que es incompatible.

En cuanto al trato con ellos, mi padre me decía siempre: “Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti”. Igual que me encantaría que otros autores me contestasen a mí si me pongo en contacto con ellos como lectora, yo lo hago.

- En La arquitectura de los sueños analizas de forma amena el recorrido de la escritura y la creación y es uno de los libros con los que más te has divertido. ¿Siempre te resulta divertido escribir? ¿Puedes comprender a los autores que dicen que escribir es una necesidad pero también una especie de tortura?

Ese libro es muy divertido, es verdad. Tenía que serlo, porque un manual o una guía no es algo que uno elige para leer, por eso quise darle un enfoque tan informal, para que no costase leerlo.

Yo me divierto escribiendo, pero a veces también sufro. En la última novela, La colina del almendro, hubo una escena que me costó un mes escribirla, el hundimiento del Lusitania, porque no lograba contar lo que quería. Pero como soy un poco cabezota, me dije que tenía que repetir hasta que me sintiera bien y lo hice. Eso sí, a costa de cerrar el archivo muchos días muy frustrada.

- Eres licenciada en Geografía y también profesora. Imagino que tratarás de inculcar el amor por la lectura a los niños. Se ha hablado mucho de libros de lectura obligatoria y de libros que quizás alejen a los niños y gente joven de leer ¿Cómo tratas de hacerlo?

El año pasado di una charla en un instituto, dentro de un programa del Ministerio de Cultura que se llamaba “Por qué leer a los clásicos”.

Distintos autores recorren los institutos y hablan con los chicos. En mi caso, hablé de mujeres silenciadas en la literatura, centrándome en María de Zayas, una magnífica autora del Siglo de Oro que no nos ha llegado por la censura del XIX. Mientras preparaba esa charla, me preguntaba cómo iba a decirles que leyeran a los clásicos si no leen apenas.

Así que decidí enfocar esto de dos maneras. La primera, que se olvidasen de lo útil que es leer (siempre les decimos eso y parece una medicina más que algo placentero), y la segunda que piensen en la lectura como algo divertido si se encuentra el libro adecuado. En esa búsqueda es en la que hay que empeñarse.

Los clásicos son como correr una maratón.

Nadie corre una maratón sin entrenar, así que les recomendé que entrenasen: con cómics, con novelas juveniles, con biografías de la gente a la que admiran, con revistas, con lo que fuera, pero que no dejaran de buscar ese libro que los pusiera en contacto con la magia de la lectura.

- En ocasiones, escribir o leer es también una forma de aprendizaje. La colina del almendro transcurre en la Primera Guerra Mundial. Cuéntame el proceso de documentación que seguiste para crear el libro en un momento histórico tan preciso y vibrante como ese.

Leí todo lo que iba cayendo en mis manos y fui tomando muchísimas notas, la mayoría de las cuales no he usado. Pero lo mejor fue esa escena del hundimiento del barco, creo que vi todos los documentales que encontré y de esos salté a otros, llegué a libros, a cartas, a autores, a películas...

Cuanto más veía, leía… más cosas se me ocurrían para esa primera trama que había planteado. Quería contarlo todo, aunque, como digo, me he guardado muchísimo porque lo único que habría hecho hubiera sido entorpecer el ritmo de la historia.

- También eres una mujer comprometida en temas de actualidad, sin entrar en polémicas, eso sí. Te veo como alguien con una mente abierta y con criterios propios. ¿Es inevitable, cuando se tiene una perspectiva histórica como la tuya, entrar en esos temas a veces tan desconocidos en su fondo por tanta gente?

Te tienes que contener, aunque no todos los días se consigue. Si hay una cosa que me pone nerviosa es que se miren con los ojos del XXI acontecimientos de otros períodos históricos. Como dicen en la serie El Ministerio del Tiempo, el tiempo es el que es, no se puede cambiar el pasado ni reescribir la historia. No se debe porque además es peligroso.

- También, en ocasiones, ese mismo compromiso te ha llevado a hablar de feminismo y del concepto de mujer actual. ¿Cómo son las mujeres de tus libros? ¿Cuáles son sus historias, compromisos, pensamientos?

Yo creo que no están cortadas por el mismo patrón, cada una es muy diferente porque vienen de mundos diferentes, pero sí tienen algo en común. Esto no lo he visto yo, me lo han contado y pensándolo es así: tienen miedo, pero lo enfrentan. Ana tiene miedo de que le quiten a su hijo. A Rocío le da miedo que la sociedad la juzgue por algo que no ha hecho.

A Paula le da miedo ser feliz y se boicotea a sí misma y Mary tiene miedo de una persona a la que no ha sabido enfrentarse porque en su sociedad no cabía plantarle cara. Todas, en algún momento, dan un puñetazo en la mesa y lo enfrentan. Y lo hacen desde sus medios, sin ayudas externas, sobre todo para demostrarse que son capaces de hacer las cosas ellas mismas.

- Imagino que, como a muchas escritoras les sucede, escribes mentalmente, te documentas, tomas notas… ¿eres de las que camina por la calle imaginando las siguientes páginas de su libro?

Todas las mañanas saco a mi perro por el pinar que hay a cien metros de mi casa –vivo en la España vaciada, en ese sentido es un lujo- y en esos paseos voy tomando notas de lo que voy a escribir esa mañana, porque escribo por las mañanas. A veces solo son mentales, pero otras le voy dictando ideas al móvil, que muchas veces no me entiende y transcribe como le da la gana, pero bueno… Y a veces se me han ocurrido cosas conduciendo o incluso las he soñado.

- Háblame de tus proyectos más inmediatos, ¿qué es lo que vamos a leer próximamente? ¿En qué estás trabajando?

No sé qué será lo siguiente, estamos decidiendo. Mientras llega, mi intención es recuperar una novela autoeditada, Brianda, que lleva años sin estar a la venta, ambientada en el Siglo de Oro y que tiene un sabor parecido a La colina del almendro.

Desde la editorial estamos valorando la publicación de una novela, hay varias candidatas, pero ya sabes que yo no soy de correr en esto, voy con calma, y con respecto a la escritura estoy en fase de documentación. Me he trasladado a principios del siglo XX, pero esta vez en algún lugar de España.