Parece que fue ayer cuando Roald Dahl, todavía en su cumbre imaginativa, publicaba Matilda, la novela infantil referente entre los niños que aspiran a derogar las normas aburridas de los adultos y los adultos que siguen soñando con la fuerza estrambótica de una niña, cuanto menos, extraordinaria.

Desde musicales en Broadway hasta adaptaciones cinematográficas, como la que ya se encuentra en desarrollo de la mano de la compañía Netflix, Matilda nunca ha pasado desapercibida para el gran público, y sus diecisiete millones de ventas, desde la publicación por allá en 1988, hacen de la británica Matilda Wormwood una auténtica superestrella mundial con sólo cuatro años de edad.

Ahora, su ilustrador por excelencia trae buenas noticias, y es ocasión de recordar por qué la heroína de Roald Dahl es merecedora de su fama.

Un genio todoterreno, digno de liderar la lucha feminista

El feminismo es una carrera de larga distancia, y que se lo digan a Matilda, quien, poco después de poner un pie en la tierra, ha de enfrentarse a las insolencias de los mayores que banalizan los sueños y ofenden su intelecto. Ya lo proclamaba Frida Kahlo: "Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar?". Aquella misma conclusión debió alcanzar nuestra protagonista, de intelecto perspicaz e ingenio desmesurado, o más bien la antítesis perfecta de una familia adicta al entretenimiento vulgar, la palabra menospreciativa y el negocio lucrativo.

Así, Matilda, deseosa de desarrollar sus aptitudes y labrarse un camino hacia la autosuficiencia, devora un libro tras otro hasta poner a prueba el amor propio de las bibliotecas. Sin embargo, la educación no es precisamente el mayor cometido para el señor y la señora Wormwood y no es extraño que, muy pronto, la joven promesa debiera hacer de esta su lucha.

Llevando a cuestas las dotes mágicas que la dominan en un ambiente poco amable, Matilda ingresa en la escuela Crunchem, donde se debate entre la bondad de la profesora Honey, cuya sensibilidad reconoce el carácter magnético de su alumna, y la monstruosidad de la directora Trunchbull, que suple la falta de virtudes con el maltrato prolongado a todos los niños, sin excepción.

Si Matilda es la "costra" sobre la piel de su familia, entonces, evidentemente, su encanto no tarda en escocer a la antagonista como una herida abierta; por eso, las astucias de las que ha de armarse para poner fin a tal tiranía laten con aventuras llenas de diversión y moralejas que se entrelazan con una especie de intrepidez feminista hasta el final de las páginas.

Han pasado treinta años y, en plena celebración de su aniversario, quizá la mejor de las lecciones que Roald Dahl nos regala en Matilda sigue siendo que su heroína está dispuesta a levantar su voz ante las injusticias, a creer en sí misma, a apostar por la magia del esfuerzo y la perseverancia y, en definitiva, a hacer del mundo un lugar auténticamente libre e inspirador.

Es muy posible que este mensaje haya resonado últimamente en la mente de Quentin Blake ante los restos de estigmas sociales y la actual reivindicación por la Mujer empoderada; ahora, la edición especial imagina a una Matilda adulta pionera en ciencias y letras.

Ocho ilustraciones nuevas convivirán en las ediciones venideras

Cuando se trata de plantearse qué carreras profesionales podrían estar a la altura del talento y habilidades de Matilda en el siglo veintiuno, la tarea no es fácil de asumir. En cualquier caso, Quentin Blake ha dado rienda suelta a su maestría y, siguiendo la estela de sus célebres ilustraciones treinta años atrás, traza el plausible triunfo de la protagonista en un espectro de cargos modernos e imponentes que van desde la astrofísica y la investigación, hasta los efectos especiales hollywoodienses y la poesía.

El artista y amigo de Dahl nos informa de la importancia de mostrar "cada versión adulta de Matilda" a partir de "los posibles roles que habría cumplido a lo largo de su vida, según el don y hazaña particular que la caracterizan".

Como cabría esperar, los dibujos de Blake no infravaloran el poder de la lectura; por el contrario, hacer de esta un hábito se presenta como una llave universal capaz de abrir todas las puertas: "Estoy convencido de que alguien que leía tantos Libros en su juventud se convertiría en directora ejecutiva de la Biblioteca británica o que se sentiría como en casa estudiando astrofísica, siendo tan hábil con la aritmética mental". Añade, con motivo de la ilustración en la que aparece una Matilda aventurera, explorando el mundo y conociendo culturas: "Si has estado en tantos países mientras lees, ¿no es lo más normal ir a visitarlos por tu cuenta?".

Por tanto, el conjunto de ocho ilustraciones que celebra el treinta cumpleaños de Matilda se publicará en las nuevas ediciones junto a un prefacio dedicado por el afamado artista, donde destaca que "ha sido muy emotivo reencontrarme con Matilda después de tanto tiempo y comprobar la mujer excepcional que sería". Incluso la entidad Roald Dahl story company ha preguntado a los usuarios más nostálgicos con qué figuras célebres creen que Matilda habría guardado una fructífera amistad, y artistas como Emma Watson o Ed Sheeran encabezan la lista.

En un campo literario dominado, todavía hoy, por protagonistas y héroes masculinos, Matilda, el icono feminista, sigue adueñándose de su historia y anima a los más pequeños y grandes a hacer de los sueños una realidad, así como a encontrar la magia que alberga en el interior de cada uno y que pone la revolución social y los buenos actos por bandera.

A modo de homenaje, desde Blasting News os preguntamos qué Matilda visualizáis a día de hoy, cuál sería su vocación, sus intereses y sus amigos, y por supuesto, si os gusta la serie de los nuevos dibujos de Quentin Blake. ¡Esperamos vuestras respuestas!