Tenía solo doce años cuando el ahora prominente coleccionista brasileño Pedro Corrêa do Lago recibía por sorpresa una copia del libro que había inspirado a François Truffaut para dirigir su largo cinematográfico, El pequeño salvaje.
Hasta aquí todo parece normal, si no fuese porque una de sus hojas contenía la dedicatoria del director de cine que Pedro tanto admiraba. Tal fue el júbilo que en adelante Corrêa do Lago habría de acumular, con el nervio infantil propio, cartas escritas a Iris Murdoch y Picasso que debieron perderse entre otras tantas y es que el curioso muchacho buscaba con pasión y sin recelos respuestas de sus ídolos a las cuantiosas preguntas y dudas que albergaba en su imaginación.
El tiempo pasa para todos y el joven confidente vio crecer así su humilde colección epistolar, de temporada en temporada y de personajes célebres a eruditos, hasta convertirse en un auténtico coleccionista admirado con la posesión de la palabra escrita de Lenin, Fidel Castro, Charlie Chaplin o la princesa Diana, en la que Corrêa do Lago ha llegado a invertir mediante el precio de su esfuerzo y horas laborales extras. Ahora, de la mano de la Editorial Taschen, los documentos y registros de entre unas cinco mil figuras célebres estimadas podrán apreciarse el próximo mes en el mercado español.
El Einstein y la Mata Hari más íntimos al alcance de muchos
Entre más de cuatrocientas páginas aguardan confesiones frugales de figuras históricas misteriosas e icónicas, como el físico Albert Einstein, quien afirma buscar «la teoría del todo» en base a numerosas fórmulas matemáticas registradas en sus apuntes; Oscar Wilde, cordial y amistoso en una correspondencia exclusiva con Bram Stoker, autor del icónico Drácula; o una desesperada y vulnerable Mata Hari, bailarina holandesa acusada gravemente, de acuerdo al contexto de su escrito, de traición por espionaje.
También en el ámbito musical y de entretenimiento se revelan los manuscritos del genio Beethoven, la suntuosa Marilyn Monroe, la grácil Audrey Hepburn o la dotada Billie Holiday, para asombro del público lector.
Solo podría tildarse de emocionante el contenido que encierra The magic of handwriting: The Pedro Corrêa do Lago Collection, con pensamientos tan íntimos como los de Paul Gauguin, quien «esperaba pasar un año en el sur trabajando con un amigo pintor», aludiendo así al taciturno van Gogh durante el mismo periodo en que éste sufrió la famosa mutilación de su oreja izquierda; o las reflexiones de un angustiado Gandhi, previas al asesinato que le acontecería en unos meses, asegurando de manera enigmática que «quizá el fuego me acabe sofocando antes de que yo pueda apagar el fuego».
Asimismo, el lector podrá ser testigo directo incluso de las palabras que el ministro inglés Winston Churchill dedicó a su primer gran amor: «deambulo por las sombras de la jubilación», trazadas con temblores y vacilación tras su primer infarto.
De archivadores en Rio de Janeiro a la imprenta
Más y más notas y hojas desparramadas que los archivadores ya no pueden guardar visten el suelo del despacho de la casa de Corrêa do Lago, quien admite distraerse por los ecos de sus ídolos en muchas ocasiones, deslizando sus dedos sobre las letras que invaden cada trozo de papel del que es dueño.
«A veces leo cartas de los papas, de impresionistas, de autores de la era medieval...», comenta el coleccionista, «es como si tuvieses un pedazo de sus vidas, pues han debido pasar unos quince minutos escribiéndolas, y además las han tocado».
«Mi actitud es algo fetichista, pero también es la única forma de tener contacto directo con alguien que murió antes de que tú nacieses». Cuando el brasileño medita acerca del escrito más caro y difícil de conseguir, apenas duda: «el manuscrito de La biblioteca de babel, de Jorge Luis Borges». Más costoso aún que un ejemplar del filósofo Descartes y de Martin Luther King, los cuales todavía no ha conseguido adquirir.
De momento, Pedro Corrêa do Lago tiene poca intención de dejar de reunir manuscritos, ilustraciones y autógrafos de las mentes más célebres de la historia.
Gracias a su particular tenacidad a lo largo de medio siglo, el libro recoge alrededor de novecientos años de manuscritos en ciento cuarenta ejemplares, entre dibujos, composiciones musicales, fotografías y un largo etcétera.
El conjunto verá la luz el mes de diciembre de este mismo año, para disfrute de todos los lectores que sientan la misma curiosidad e interés que profesa su custodio y es que, no cabe duda, se trata de un tesoro merecedor del valor que se le otorga, el cual saldrá a la venta por un módico precio que promete no pasar desapercibido a nadie. «Es el momento de creación», reflexiona el espíritu del niño de doce años que fue Pedro Corrêa do Lago, «materializado en un trozo de papel».