Brassaï es uno de esos fotógrafos que antes de la existencia de la agencia Magnum, fue un artista consagrado, una de las vacas sagradas dentro de la profesión, en un momento claramente germinal durante el periodo de entreguerras. Brassaï, cuyo verdadero nombre era Gyula Halász (1899-1984) fue un joven periodista húngaro que desarrolló su trabajo en Berlín y Budapest hasta que decidió mudarse definitivamente al París de 1924. En el tránsito a su aprendizaje de francés, Brassaï realizó trabajos como ilustrador y aunque se había trasladado a la capital francesa para ser pintor, fue la fotografía la que le aportó un camino fértil para expresar su mundo interior, y una vía profesional en la prensa de la ciudad del Sena, en un momento de cambios donde la ilustración iba dejando paso al celuloide en los diarios como soporte gráfico.

La literatura francesa

El primer profesor de la deriva de imágenes que Brassaï construyó fue Marcel Proust. Gracias al principal creador del autorretrato literario, el joven fotógrafo no solamente aprendió francés, también aprendió a seguir la larga influencia de la literatura francesa en las artes plásticas… Boudilare o Rimbaud son otros dos de las influencias, sobre todo el primero, al contemplar las imágenes de las calles de París en un vagabundaje que fue el espacio de creación del autor de las Flores del mal. El sabor del autorretrato o de la experiencia vivida se expresa en cada una de las imágenes que Brassaï captó de sus continuos paseos por las noches de París. Es en ese viaje donde con más precisión y sentido captó la poética de la ciudad y sus sugerentes instantes.

Esas calles están pobladas de un ambiente fantasmal, como de sueños y sus personajes parecen aparecidos de entre la bruma o la luz de las farolas.

Esos personajes reales, que de alguna manera también son las figuras literarias de la propia literatura francesa, son los que habitan en sus imágenes. Pronto, la vida de la noche, los artistas, las prostitutas, los maleantes, chulos y otros habitantes de los bajos fondos, fueron las figuras de unas imágenes únicas que contribuyeron a dotar de París –si aún no lo tenía- de un imaginario de bohemia y provocación.

Las calles de la ciudad

Es Brassaï por tanto el gran fotógrafo de la ciudad, de las calles y rincones… el primero de los fotógrafos de París, en una época, como ya hemos comentado, germinal, de recién llegado a la fotografía del instante –como posteriormente llevaría al baremo de eternidad, los momentos decisivos Cartier Bresson, a la postre el primer editor de Magnum- Es ese instante el que busca el joven húngaro pero de momento, se detiene en sugerentes espacios, texturas de la naturaleza, urbana y no urbana, paseos vagabundos por las calles de París y personajes y más personajes que ven captada su imagen en momentos transeúntes, o sentados en un café, o esperando un autobús, o mirando indiscretamente.

Así en la exposición contemplamos esas imágenes, en las primeras salas descubrimos los primeros pasos del fotógrafo que se detiene en las casas y vanos, en el mobiliario urbano o en la corteza de los árboles de los bulevares parisinos. Más seguro de sí mismo, van apareciendo retratos de la vida social de la ciudad, tanto de los pudientes como de los humildes. Imágenes de deseos y necesidades

La noche

Pero es la noche en donde Brassaï encuentra todo el tono lírico a su imagen.

Las imágenes brumosas del Sena, donde lo fantasmal es la tónica. Las calles con los tonos de la luz de las farolas, un blanco y negro que remarca las sombras y luces, creando contornos de las formas sugerentes que atrapan, o de los cuerpos que pululan entra las sombras.

En la exposición podemos ver el grupo de imágenes más representativas de él, las líneas y contornos de las gárgolas de Notre Damme, o la vista desde el Pont Royal hacia el Pont Solferino. Una de las grandes habilidades del fotógrafo es la utilización de la luz artificial de la calle, los focos de luz de las farolas, muy duros, pero necesarios para abordar la imagen del personaje o personajes en la noche. Colocarse en el ángulo y la distancia correcta para no quemar la fotografía o para crear la sensación de la imagen tramada del sueño, sugerente o fantasmal.

El graffiti

Brassaï es el primer fotógrafo que tiene en cuenta la propia capacidad artística de los objetos urbanos, podríamos decir que hablamos del primer captador de Arte del suburbio, incluso de la ruina o del objeto desechado.

La exposición recoge esta particularidad y oficio del propio autor, recolector de objetos que en imagen les dotaban de un halo asombroso, como vestigio de la memoria, o resto de la acción vivida. El grafiti o las marcas y dibujos en árboles y paredes, la libre expresión artística en las calles fueron fotografiadas por el autor, recogiendo de esta forma las primeras manifestaciones de este tipo de la modernidad en la fotografía.