La batalla de Iwo Jima fue una de las más sangrientas de toda la Segunda Guerra Mundial para los EEUU. El intento de los americanos por conquistar la isla japonesa para usarla como plataforma para bombardear Japón se saldó con un alto número de víctimas tanto en un bando como en el otro. Este suceso fue llevado las pantallas en varias ocasiones.
La primera de ellas, Arenas Sangrientas (Sands of Iwo Jima, 1949) protagonizada por John Wayne se rodó poco después del final de la guerra. Curiosamente a John Wayne se le ha acusado del hecho por no haber luchado en la Segunda Guerra Mundial, una circunstancia que le vino muy bien a su carrera dado que gran parte de las estrellas del cine, como James Stewart, estaban implicadas de una manera u otra en la guerra.
'Arenas Sangrientas' vs 'Banderas de nuestros padres'
En esta película el personaje de John Wayne interpreta a un sargento que muere de manera heroica ayudando a sus soldados en la empresa de conquistar la isla. Heroísmo puro y duro con el horizonte de la Guerra de Corea. La imagen acostumbrada que el Cine americano nos ofrecía del soldado.
Sin embargo, casi sesenta años después, Clint Eastwood realizó la película Banderas de nuestros padres (Flags of Our Fathers, 2006), y la historia que cuenta es bien diferente. Aquí los héroes no mueren de manera heroica sino como cualquier otro soldado, ya sea por una bala disparada de manera aleatoria o incluso por culpa de las bombas de su propio ejército, lo que se conoce como el fuego amigo.
En esta película, los que son llamados héroes por la sociedad norteamericana por el hecho de salir en la famosa foto del monte Suribachi, tienen remordimientos por ser llamados así, ya que conocedores de lo que en la isla se cuece, no se consideran ni mucho menos héroes, tan solo personas que intentan sobrevivir en una carnicería de hombres contra hombres.
El dilema moral de los héroes
Durante la película, magistralmente dirigida por el hoy octogenario director, nos vamos enterando de cómo una cosa es la historia y otra bien distinta la realidad. Cómo una fotografía cuenta un hecho bien diferente de lo que ocurrió en realmente. Las peripecias que tienen que pasar los tres soldados supervivientes de aquella foto en la que los soldados norteamericanos colocaban la bandera en el monte Suribachi muestra una cara oculta y un drama sobre los falsos héroes.
El tour que protagonizan por toda América para recaudar fondos para poder financiar la guerra les hará darse cuenta de que las miserias no solo ocurren en el frente.
Son aclamados como héroes como auténticas estrellas, pero el remordimiento por lo que pasó durante el asalto a la isla les remueve la conciencia, dado que los verdaderos héroes yacen en la isla muertos y no precisamente como te lo cuentan en películas como la de John Wayne. Es posible que esta sea la última gran película de Clint Eastwood, que también realizó una historia paralela que se llamó Cartas desde Iwo Jima en la que mostraba esta batalla, pero desde el otro lado, el japonés.