En 1998 los Coen acababan de filmar una de las obras más emblemáticas de una generación, que compartía hambre cinematográfico con otros títulos como Transpotting, Pulp Fiction, Reservoir Dogs... Pero para este homínido fue la figura de “el Nota”, la luz cegadora de una forma de vida como un árbol resilente. El gran Lebowski era la imagen anticapital, antiliberal, anti todo el ego extremo, de aquella hoguera de vanidades que es la cultura norteamericana, y también su excremento exportado: el de la idea del gran hombre, el tipo de éxito, el macho alfa del sistema.

El Nota es la antítesis de esa estupidez humana y así nos lo mostraba Jeff Bridges en ese personaje, espejo de hábitos anticonsumo. Como bien señala Fancesc Miró en su artículo en eldiario. El Nota asume el sinsetido de la vida, no lucha contra ella, lo sabe, no hay nada que hacer y el que quiera ser un tipo grande se equivoca… Tampoco conseguirá nada. Lebowski se deja llevar por la corriente alterna de la vida. Vive y deja vivir, esencialmente es su lema, o mejor dicho, “No jodas la vida más”. El mero hecho de existir como humano ya contempla la destrucción, por lo que hay que moverse lo menos posible y el que el paisaje no salga movido. Por supuesto, no hay que ser un héroe: el cementerio está lleno de ellos y la vida está llena de aspirantes a grandes hombres que lo único que hacen es generar problemas, por lo que… el Gran Lebowski nos enseña otra lección, haz que escuchas pero ni caso, simplemente regatea la situación.

Todo por tanto, se aglutina en una forma de pensamiento, nada es verdad, siempre duda… el dudaismo como máxima. Es su filosofía y sigue prosperando, me voy a tomar una cerveza y preparé el baño. Ah, y recordar que una tortuga, es mejor que tú.